Los precios de los alimentos han subido más que nunca en los últimos años y hasta ahora hemos escuchado tres explicaciones: la guerra en Ucrania, el Covid y el cambio climático. Nuestro entrevistado nos recuerda dos cosas: que guerras, pestes y crisis ha habido siempre, y que falta considerar un factor determinante: las grandes empresas de alimentos, su poder de mercado y su forma de operar. Hoy firmas como Walmart, Nestlé, PepsiCo definen sus precios no en función de la oferta y la demanda, sino para aumentar las ganancias de sus accionistas; y son parte de un mundo donde el endeudamiento de los consumidores las hace aún más ricas. En este contexto, subir la tasa de interés para controlar la inflación de precios, no sirve para detener “la codicia corporativa”.
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¿Por qué está tan cara la comida? Esta pregunta simple y directa no tiene una respuesta fácil. El influyente medio The Economist planteó a comienzos de año que el principal problema era la guerra en Ucrania, y el efecto de ello en los precios del petróleo, la energía y la menor producción de alimentos. Siguiendo la lógica del The Economist, los consumidores nos enfrentamos a una cadena inevitable de aumento de precios que lleva a que el litro de aceite haya llegado a costar más de $3.000 en Chile, y no hay mucho que hacer (ver gráfico 1).
Gráfico 1

Pero esta explicación es incorrecta. O más bien está incompleta. Y nuestro entrevistado, doctor en Economía, especialista en sistemas alimentarios y desarrollo agrícola, entrega luces de por qué un influyente medio internacional como The Economist da una explicación parcial y cómo detrás de ello está la falacia de creer y/o reproducir la idea de que el sistema alimentario funciona como un mercado perfecto, donde los precios se definen como resultado de la interacción entre oferta y demanda.
El argumento de Ryan Isakson, coautor del libro Cosechas Especulativas: financiarización, alimentación y agricultura, uno de los más documentados análisis del sistema alimentario mundial, tiene tres partes. Un primer tema son las características de este sistema. Dicho en simple, desde los 60’ construimos un sistema hiper especializado: solo unos pocos países producen insumos básicos como trigo, maíz o soja, y además se produce sólo una pequeña variedad de cada uno. Junto con la especialización, otro elemento clave es la alta tecnologización y el foco en producir ganancias de corto plazo, lo que ha llevado a una sobre explotación de los suelos. Todo esto nos ha vuelto cada vez más vulnerables a las crisis, como una pandemia, el cambio climático. O peor, la guerra.
“Las crisis actuales están mostrando las grietas del sistema alimentario. Las guerras y el cambio climático son desencadenantes de la vulnerabilidad, pero las causas subyacentes son esta concentración empresarial, la simplificación y la industrialización dentro de los sistemas alimentarios”
Pero guerras ha habido siempre, también crisis y pestes mundiales. Aquí viene entonces la segunda parte de la explicación. Tenemos un sistema alimentario altamentemente vulnerable. Pero además, tenemos que los principales actores de este sistema -compañías productoras, distribuidoras, dueñas de supermercados- se han fusionado y se han transformado en corporaciones con un poder de mercado incontrarrestable, cuyo objetivo no es optimizar los costos de la cadena productiva pensando en usted o nosotros como consumidores finales. Su gran meta, en cambio, es aumentar las ganancias para que sus accionistas estén contentos. Entonces la lógica con la que se fijan los precios no está pensada en el consumidor, sino en el accionista, o las elites que controlan el sector financiero e invierten en estas empresas.
Aquí entramos a la tercera parte del argumento: la financiarización de la vida.
Lea aquí “¿Qué es la financiarización?” por Aldo Madariaga
En TerceraDosis hemos explicado en diversos reportajes y columnas cómo la lógica financiera transformó el valor y el significado de lo que es una vivienda, lo que ha tenido efectos en el precio, su calidad, sus dimensiones, y en último término el derecho a “la casa propia”. Algo parecido ocurre con el sistema alimentario. El sector financiero entró también aquí, entonces el aumento de los precios de los alimentos se explica además porque esta industria se transformó en un negocio rentable y alineado con las dinámicas de los mercados financieros. Esto quiere decir que buena parte de lo que pagamos por nuestra comida es resultado de transacciones financieras y valores futuros que tienen que ver cada vez menos con la economía real (el precio del petróleo o la energía, la producción o escasez de alimentos). Tan relevante como lo anterior, es la financiarización de la vida cotidiana: las personas se endeudan para comer y los agricultores se endeudan para producir, lo que genera otro volumen de enormes ganancias para el mundo financiero.
Volvamos ahora a la pregunta inicial. Si el precio de los alimentos sube por el creciente poder de las grandes corporaciones y el auge de los mercados financieros, ¿qué se puede hacer? La respuesta típica, la que plantean medios influyentes como The Economist, tiene que ver con los bancos centrales y el alza de tasas de interés que permitirían reducir el consumo, y con ello, los precios en general. Pero ello también trae asociado una reducción del crecimiento económico, un aumento del desempleo y un encarecimiento de los créditos. Y tal como reconoció el mismo presidente de la FED, el Banco Central de EEUU, subir las tasas de interés poco puede hacer frente al alza de precios de los alimentos, cuyo consumo las personas no pueden reducir. Al revés, Isakson plantea en esta conversación que seguir usando las mismas herramientas es negar la complejidad y al mismo tiempo hacer un daño a las grupos y países de menos ingresos, a quienes no les queda otra alternativa que endeudarse (a tasas más altas) para asegurar el acceso a un bien básico como es la alimentación.
¿Hay una salida? Isakson cree que sí, pero para avanzar hacia sistemas alimentarios menos vulnerables, es clave entender cómo funciona el modelo actual y reconocer el poder de las grandes corporaciones.
LAS GANANCIAS CORPORATIVAS
-Según la FAO, en los últimos años los precios de los alimentos aumentaron más que nunca en la historia y alcanzaron su peak en marzo de 2022. En junio pasado, el FMI advirtió que la suma de tres crisis (guerra en ucrania, COVID y cambio climático) podría dar lugar a otra: el hambre. Hasta ahora, las explicaciones que hemos escuchado tienen que ver con la guerra y el consecuente aumento en los costos de producción y transporte. Pero su análisis sugiere poner atención a otro elemento, las ganancias corporativas. ¿Puede explicar por qué?
-Si observamos las existencias mundiales de alimentos, podemos ver que, aún en el contexto actual, lo que se produce es mayor que lo que se demanda. Es decir, aún tenemos niveles relativamente altos de relación entre existencias y uso. Ahora el tema es que hay algunos cuellos de botella en la distribución y en la cadena de suministros. En particular, un cuello de botella hasta mediados de este año fue el bloqueo ruso del Mar Negro, que impedía sacar la producción alimentaria desde Ucrania[1].
“En Estados Unidos, el presidente Joe Biden hizo un llamado a Tyson Foods -el segundo mayor productor y comercializador de carnes de pollo, vacuno y cerdo del mundo- por haber aumentado los precios de la carne un 20%, lo que contribuyó a duplicar sus ganancias”
El bloqueo producto de la guerra es un factor. Pero hay otros, más profundos. Parte del aumento en los precios se debe al incremento en los costos de los insumos. En particular, los fertilizantes y el petróleo. De hecho, un estudio reciente del Instituto de Política Económica encontró que aproximadamente un 38% del aumento en los costos de los alimentos en los últimos dos años se debe a estos insumos. Esta cifra es históricamente más alta de lo normal, pues generalmente los insumos representaban aproximadamente un 26% del aumento de precios.
Pero en términos de contribución al aumento de los costos, aún mayor que eso son las ganancias corporativas. Otro estudio del IPE encontró que estas ganancias representaron aproximadamente el 53% del aumento de los precios en los últimos dos años. Esto significa un incremento de cinco veces, pues durante los últimos 30 años las ganancias corporativas representaron aproximadamente el 11% del aumento en los precios de los alimentos.
En Estados Unidos, el presidente Joe Biden hizo un llamado a Tyson Foods -el segundo mayor productor y comercializador de carnes de pollo, vacuno y cerdo del mundo- por haber aumentado los precios de la carne un 20%, lo que contribuyó a duplicar sus ganancias. La misma tendencia se vio en todo el sistema alimentario, donde los minoristas, los restaurantes, los principales distribuidores de productos básicos están experimentando ganancias récord en medio del aumento de los costos de los alimentos.
“Las llamadas ‘leyes de la oferta y demanda’ pueden aplicarse cuando hablamos de competencia perfecta, pero difícilmente pueden explicar las dinámicas oligopólicas que caracterizan actualmente el mercado del sistema alimentario”
Entonces, ¿qué está contribuyendo a este aumento en los costos? ¿Es la escasez? No necesariamente ¿Son los cuellos de botella en la cadena de suministro? Seguramente. Pero también, en pocas palabras, podría tratarse mucho de la codicia corporativa o, al menos, de las corporaciones que intentan adelantarse a las presiones inflacionarias aumentando sus precios.
-Pero ello siempre ha sido así. Es decir, hay una relación histórica y constante entre precios de alimentos e inflación y se refuerzan mutuamente…
-Efectivamente, la relación entre los precios de los alimentos y la inflación es de refuerzo mutuo. Pero lo que no tiene precedentes es el aumento dramático en las ganancias de las corporaciones. Una gran parte de la explicación está en la reorientación de estas empresas en general, durante los últimos 20 ó 30 años, hacia la llamada revolución de los accionistas (shareholder capitalism). En ese contexto, las corporaciones se han vuelto cada vez más controladas por los accionistas, y complacerlos es mucho más relevante que antes. Por ejemplo, si estas corporaciones requieren inversión, tienen que generar retornos inmediatos para los accionistas. Entonces, hay una competencia entre las corporaciones por capturar inversiones de las élites y del sector financiero.
Las empresas compiten y tratan de generar retornos para sus inversionistas, pero muchas de estas ganancias no necesariamente se reinvierten en el sistema alimentario o se traducen en mejores salarios para los trabajadores. De hecho, lo que se ve dentro del sector alimentario es un aumento dramático en la compensación a los directores y ejecutivos, quienes reciben acciones por ejemplo, mientras los salarios de sus trabajadores se mantienen relativamente estancados. Hoy lo que vemos es que las ganancias record regresan a los accionistas en forma de dividendos y recompras de acciones para aumentar el valor de las acciones que están disponibles. Todo se articula para atraer y recompensar a los accionistas.
-Puede explicar la conexión que hay entre la “revolución de los accionistas” y los precios de los alimentos. Y por qué, si ello es tan evidente, no es recogido como una explicación al incremento constante de los precios. A comienzos de este año The Economist no dedicó ninguna línea a las ‘ganancias corporativas’, que según usted es la principal explicación…
-Esta es una muy buena pregunta. Como dije antes, hay algo de verdad en la explicación que da The Economist. La guerra ciertamente ha contribuido a interrumpir las cadenas de distribución de alimentos, y los altos precios del petróleo y la energía han empujado también al alza los costos dentro de esas cadenas. Además, ese análisis de The Economist calza perfecto con la forma en que muchos medios “mainstream” entienden y presentan a los mercados, es decir, bajo la lógica de oferta y demanda.
“La mayor parte de los ingresos de los supermercados los obtienen no necesariamente vendiendo alimentos a márgenes bastante bajos, sino que ofreciendo servicios financieros como tarjetas de crédito, hipotecas, pólizas de seguro, incluso tarjetas de débito”
Pero reducir la explicación a un problema de oferta y demanda es ignorar un tema clave, el poder, y en este caso, el poder de mercado. Como dije antes, en las últimas tres décadas, la llamada revolución de los accionistas ha sido un motor clave de la concentración y fusión de empresas en el sector agroalimentario. Estos procesos de adquisición de empresas junto con liberar recursos y aumentar las ganancias de los accionistas, se traducen en mercados menos competitivos y por lo tanto aumenta el poder de estas corporaciones. Las llamadas “leyes de la oferta y demanda” pueden aplicarse cuando hablamos de competencia perfecta, pero difícilmente pueden explicar las dinámicas oligopólicas que caracterizan actualmente el mercado del sistema alimentario.
-¿Cómo es esta dinámica en el sector alimentario? ¿Cómo está funcionando?
-El poder de mercado oligopólico significa que los principales proveedores de productos agrícolas, como Cargill[2] y Bunge; y los principales procesadores de alimentos, como PepsiCo y Tyson Foods; y los principales minoristas, como Walmart y Tesco, tienen el poder de fijar los precios de sus productos, y de fijarlos de tal manera que pueden ser mucho más altos que las alzas registradas en los costos de sus insumos y el transporte.
Sin embargo, esto no les da poder sobre los accionistas, que pueden invertir su dinero donde quieran. Tampoco elimina el incentivo para que los ejecutivos de las empresas, que son compensados en gran medida con acciones, hagan todo lo posible para hacer subir los precios de las acciones. Así que, en resumen, la revolución de los accionistas está impulsando la concentración empresarial y la concentración empresarial resultante crea las condiciones para el aumento de los beneficios de las empresas y los mayores beneficios para los accionistas. Algunos medios de comunicación internacionales como The Guardian y The New York Times, han informado sobre cómo las empresas agroalimentarias han incrementado drásticamente sus ganancias mediante el aumento de los precios de los alimentos y otros, como Forbes, lo han relacionado con las compensaciones a los accionistas. Pero estas explicaciones requieren que se reconozca el papel del poder corporativo, y algunos de los medios de comunicación más conservadores se resisten a hacerlo.

Ilustración: Leo Camus
-Podemos entrar más en detalle en el mapa de “las corporaciones”. ¿Cuáles son las que dominan el mercado alimentario y qué producen?
-El comercio mundial de productos básicos como maíz, trigo, etc. está dominado por cuatro empresas, las llamadas ABCD, Archer Daniels Midland, Bunge, Cargill y Louis Dreyfus. Estas controlan entre el 70% y el 90% del comercio mundial de granos. Además, tienen una gran capacidad de almacenamiento. Esto significa que el sistema de suministro global se construye en buena parte en base a su información privada; y es sobre lo que estas corporaciones informan que la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) realiza estimaciones sobre las existencias mundiales. Entonces, si estas corporaciones están subiendo los precios, ¿quién puede decir que no es un precio justo? Nadie sabe realmente cuáles son las condiciones de suministro.
“La especulación financiera exacerbó las condiciones subyacentes del mercado, lo que contribuyó al aumento de los precios de los alimentos”
Otros jugadores importantes incluyen procesadores de alimentos y supermercados. Entre los primeros se encuentran corporaciones como Kraft Heinz, que controla las famosas marcas de aderezos tipo kétchup, mostaza y mayonesa del mismo nombre, las galletas Oreo y otras golosinas; y otras muy conocidas para el público chileno, como PepsiCo, controlador de las bebidas gaseosas Pepsi, Crush, 7up, etc., y de la marca Evercrisp[3], y la gigante suiza Nestlé, que controla marcas de agua mineral y golosinas, el famoso café instantáneo Nescafé y la nueva marca premium Nespresso, comida para bebés de la marca Gerber y comida de animales como Purina y Dog chow. Entre los procesadores hay también otras corporaciones muy importantes a nivel global pero desconocidas en Chile, como Tyson Foods y JBS, que venden carnes al por mayor.
Walmart (dueños de los supermercados Lider en Chile), Kroger, Carrefour y Tesco se encuentran entre los minoristas de alimentos más dominantes del mundo. Todas estas corporaciones, especialmente los proveedores y procesadores de alimentos, han subido los precios en los últimos años, y muchas han aumentado sustancialmente sus ganancias en el proceso.
LOS BANCOS CENTRALES “TIENEN UNA CAJA DE HERRAMIENTAS BASTANTE LIMITADA”
-Por lo general, los bancos centrales independientes utilizan el aumento de las tasas de interés para reducir la demanda interna y atacar la inflación. De esta manera, en cierto modo, enfrían la economía, para que los precios puedan bajar. ¿Cuál es la utilidad de estas herramientas en el contexto actual? Es decir, ¿pueden reducir la inflación si buena parte del alza de los precios es impulsada por las ganancias corporativas?
-Esa es una gran pregunta y, para ser claros, no me considero un macroeconomista. Pero mi análisis es que los bancos centrales tienen una caja de herramientas bastante limitada. Es decir, pueden aumentar las tasas de interés y eso aparentemente ejercerá una presión a la baja sobre la demanda del consumidor, particularmente la demanda de artículos como automóviles, bicicletas, que se compran a crédito, pero también cualquier otro tipo de gasto a crédito, por ejemplo, las deudas con tarjetas. Del mismo modo, si aumentan las tasas de interés, pueden frenar algunos gastos de inversión de las corporaciones, y todo eso podría proporcionar algo de holgura a mercados laborales relativamente ajustados, al menos en ciertos contextos.
Sin embargo, en este caso, esas herramientas no son tan efectivas, en particular dentro de este sistema de ‘petrocapitalismo’, para usar un término acuñado por Timothy Mitchell, donde tenemos que el petróleo juega un papel muy destacado en casi todos los sectores de la economía. Entonces, volviendo a la pregunta del Banco Central, pueden aumentar las tasas de interés; pueden abordar algunos de esos problemas de la inflación, pero no otros, en particular algunas de estas fuerzas motrices, como la codicia corporativa.
-Eso, sin considerar los efectos mundiales y nacionales de la subida de tasas…
-Exactamente. Una cosa que me parece central considerar en el análisis son los impactos globales desiguales del aumento en las tasas de interés. Cuando los bancos centrales de Estados Unidos, Europa, Japón, elevan las tasas, eso puede ser efectivo hasta cierto punto, porque la población de esos países – o, por lo menos, ciertos sectores de su población– tienen más ingresos discrecionales y por tanto, mayor capacidad de reducir su consumo.
Pero dentro de los países más pobres, muchos de los gastos de la mayoría de las personas no son discrecionales. La alimentación no es un gasto discrecional. La gente necesita comer. La vivienda tampoco es discrecional. Entonces, cuando los precios de estos bienes aumentan, es muy poco probable que se reduzca la demanda y lo que hace la gente, porque no le queda otra, es aumentar el consumo endeudándose más. Y cuando los países, o los consumidores en términos más generales, se endeudan más, como vimos durante gran parte de la década anterior, con tasas de interés muy bajas y luego, de repente, esas tasas aumentan, bueno, generas un enorme endeudamiento a lo largo del mundo.
“¿Cómo establecen los precios las grandes empresas de alimentos que controlan la oferta mundial? Bueno, miran a los mercados de futuros, así que eso directamente contribuye al alza de precios”
La llamada “crisis de la deuda” del tercer mundo en los años ochenta fue precedida por una gran cantidad de crédito barato, empujado por los gobiernos y los consumidores en todo el ‘sur global’ (Global South). Eso, hasta que el banco central de los EE. UU., bajo Paul Volcker, aumentó las tasas de interés, como un 20% más o menos. Esa decisión creó esta dramática carga de deuda para estos países que ya estaban muy endeudados. Y eso es lo que estamos viendo una vez más. Muchos de esos países todavía tienen que pagar esa deuda en dólares estadounidenses. Y cuando el banco central de EE. UU. vuelve a subir las tasas, aumenta el costo del servicio de esa deuda y reduce la capacidad de estos países para invertir en servicios sociales, incluido, por ejemplo, el acceso a alimentos y otro tipo de programas, atención médica, educación y así sucesivamente. Por ende, los esfuerzos del primer mundo para abordar la inflación a través de políticas monetarias pueden tener consecuencias adversas en las poblaciones del sur global.
SISTEMA ALIMENTARIO Y FINANCIARIZACIÓN
-En su libro Cosechas Especulativas: financiarizacion, alimentación y agricultura, junto a Jennifer Clapp, analizan los vínculos entre la financiarización y el sistema alimentario. ¿Puedes explicar qué es la financiarización y cómo afecta y se relaciona con la industria alimentaria?
-Antes de entrar en el tema, quiero reconocer que la financiarización como concepto ha sido criticado por ser demasiado amplio. Pero la definición más común es la de un protagonismo creciente de los actores financieros, de los motivos financieros y del tipo de ganancias financieras dentro del funcionamiento de las economías y su gobernanza. Si examinas la literatura sobre financiarización, vas a encontrar, por un lado, la llamada financiarización de la acumulación. Es decir, esta idea de que los beneficios dentro de la economía se acumulan cada vez más a través de canales financieros en lugar de “actividades reales”, como la producción y el comercio de bienes y servicios. Esto podría ser, por un lado, empresas financieras tradicionales como bancos, bancos de inversión, fondos de cobertura, etc., que desempeñan un papel más destacado en la economía frente a otros actores, como los productores de bienes de consumo. Pero también ocurre que esas empresas no financieras obtienen una mayor parte de sus ganancias a través de la actividad financiera. Entonces, para el caso de los minoristas de alimentos por ejemplo -los supermercados-, puede decirse que la mayor parte de sus ingresos los obtienen no necesariamente vendiendo alimentos a márgenes bastante bajos, sino que ofreciendo servicios financieros como tarjetas de crédito, hipotecas, pólizas de seguro, incluso tarjetas de débito, etc. Es decir, una mayor parte de sus ganancias provienen de actividades financieras. Por ejemplo, una empresa como John Deere vende equipos agrícolas, pero lo que es realmente rentable para ellos es financiar esas compras de equipos agrícolas.
Un segundo aspecto de la financiarización es la llamada financiarización de la vida cotidiana, o el hecho de que las prácticas cotidianas están cada vez más mediatizadas por herramientas y lógicas financieras. Entonces, por ejemplo, si eres un hogar con problemas de efectivo y tienes que consumir alimentos, no sales y compras esos alimentos. Lo que haces es comprar esos alimentos a crédito con la tarjeta de la tienda. De manera similar, para mitigar la vulnerabilidad de los productores agrícolas al estrés del cambio climático, muchas organizaciones alientan a los agricultores a comprar derivados financieros, que se llaman “seguros paramétricos”. Estos seguros entregan un pago cuando hay un evento climático adverso. Esa es la creciente prevalencia de lógicas financieras, pues se espera que un “derivado financiero” brinde seguridad, en lugar de estudiar las raíces causales de esa vulnerabilidad e invertir, por ejemplo, en prácticas agroecológicas que mejoran la resiliencia de la agricultura.
-¿Cómo se relaciona la financiarización con la crisis del sistema de producción de alimentos?
-Para entender el aumento dramático de los precios de los alimentos, que vemos desde mediados de 2000, hay un hito central: la desregulación del comercio de productos básicos, particularmente en Europa, pero especialmente en los Estados Unidos, que es el líder de los mercados de productos básicos más grandes del mundo. Esto fue muy importante no solo porque EE.UU. es un exportador importante de alimentos, sino porque la mayoría de las exportaciones están denominadas en dólares estadounidenses. Cuando esos mercados se desregularon, permitieron el desarrollo de nuevos productos financieros, entre los cuales los más importantes son los fondos indexados de materias primas.
Estos son fondos que básicamente rastrean una serie de precios de productos básicos, incluidos los alimentarios, pero también las fibras textiles, las materias primas energéticas, los minerales, etc. Los inversionistas pueden dar a los bancos de inversión una cantidad fija de dinero por adelantado, y los rendimientos de esa inversión se basan en lo que sucede con los precios de estos productos. Si los precios suben, los bancos de inversión les dan un pago a los inversionistas basado en el aumento de los precios de las materias primas; si los precios caen, los inversionistas no reciben pago. En cualquier caso, el banco de inversión igualmente se queda con los fondos pagados por adelantado.
“Están cultivando tierras que no habrían cultivado antes (…) Así se está degradando la capa superior del suelo, las vías fluviales, se están simplificando los sistemas agrícolas, todo como resultado de estas presiones financieras”
Ahora, la forma en que estos bancos compensan los pagos que tienen que hacer es invirtiendo ellos mismos sus excedentes en futuros de materias primas, algo que está permitido por la desregulación financiera. Así que ponen ese dinero en futuros y, a medida que suben sus precios, pueden cambiarlos y recuperar algo del dinero que pagan. Finalmente pasa que muchos de esos inversionistas no saben nada sobre agricultura, pero quieren aprovechar este potencial para beneficiarse del aumento de los precios de los alimentos. ¿Entonces qué hacen? Ponen su dinero en fondos indexados de materias primas, y como estos fondos ponen ese dinero en los mercados de futuros, los siguen refinanciando, refinanciando, y de repente se ve un aumento gigantesco en los precios de los futuros… Y ¿qué pasa? la gente suele mirar a los mercados de futuros para lo que se denomina el ‘descubrimiento de precios’: la lógica es que los mercados de futuros supuestamente te dan una idea de cuál va a ser el precio real en un tiempo más. Entonces, ¿cómo establecen los precios las grandes empresas de alimentos como las mencionadas arriba, que controlan la oferta mundial? Bueno, miran a los mercados de futuros, así que eso directamente contribuye al alza de precios.
Entonces, en ese aumento dramático en los precios de los alimentos que se vio en 2007, 2008 y 2011 -y también ahora-, sí, hubo factores subyacentes de oferta y demanda en términos de combustibles, sequía, etc. Pero incluso el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, han llegado a la conclusión de que esos factores no pueden dar cuenta completa del dramático salto en los precios. Así, el argumento es que la especulación financiera exacerbó las condiciones subyacentes del mercado, lo que contribuyó al aumento de los precios de los alimentos.
-En su libro ustedes plantean también que la financiarización genera nuevas prácticas agrícolas poco sustentables, y la explicación para ello está en que los actores financieros exigen rendimientos inmediatos…
-Efectivamente. Aquí en Ontario, por ejemplo, la investigadora Sarah Rotz descubrió que si los agricultores quieren expandir la producción o adquirir más tierras de cultivo, tienen que arrendar estas tierras al sector financiero. Así que hay una práctica creciente de arrendar tierras de cultivo a propietarios financieros. Pero las arriendan a precios muy altos. Entonces le dan preferencia a los agricultores más grandes, porque tienen experiencia con la agricultura intensiva en capital y porque es más probable que sepan usar los bienes de capital, las máquinas de esa agricultura intensiva. Ahora, además de esto, lo que Rotz encontró en sus entrevistas con los agricultores es que, como tienen que arrendar tierras y necesitan obtener sus rendimientos a corto plazo para pagar a los propietarios financieros, están aplicando mayores cantidades de agroquímicos, lo que afecta la salud del suelo. Además, están cultivando tierras que no habrían cultivado antes: vías fluviales, cimas de cerros, terrenos que se habrían dejado a la conservación en épocas anteriores. Así se está degradando la capa superior del suelo, las vías fluviales, se están simplificando los sistemas agrícolas, todo como resultado de estas presiones financieras para sacar rendimientos de las tierras de cultivo.
-Hasta ahora hemos identificado dos manifestaciones de la financiarización: alza en los precios y prácticas agrícolas no sustentables. Pero además ustedes plantean que la financiarización empuja la concentración empresarial…
-Claro, las presiones financieras han contribuido a la concentración empresarial dentro de los sectores de procesamiento de alimentos y de insumos agrícolas, entre otros. Por ejemplo, con las empresas de semillas y agroquímicos la presión por fusiones y adquisiciones llevó a la fusión entre Dow y DuPont, dando origen a ‘Corteva’, luego se fusionaron ChemChina y Syngenta, y luego Bayer adquirió a Monsanto. Así que los Seis Grandes se convirtieron en los Tres Grandes. Y eso significa que hay menos variedades de semillas cultivadas y menos productos químicos. Por lo tanto, tienes un sistema alimentario altamente productivo, pero con un alcance muy limitado, lo que lo hace muy vulnerable a cualquier tipo de estrés ambiental. Si tienes un número limitado de variedades de semillas en el medio ambiente y surge una nueva enfermedad de las plantas, o hay una nueva plaga, o una plaga más resistente, podría acabar con una parte significativa del paisaje agrícola o la producción. Por lo tanto, también estás produciendo sistemas alimentarios menos resistentes.
-Cuando hablamos de cambio climático y desarrollo sostenible, la atención se ha centrado en los sistemas de producción agrícola, en cómo los pequeños agricultores se adaptan y mitigan, y la relación que tienen con el suelo y los sistemas de producción. Pero no se dedica ninguna línea al problema de la financiarización…
-Irónicamente, hasta cierto punto, la financiarización se considera la solución a los diversos tipos de dificultades que enfrentan los pequeños agricultores en todo el mundo. De hecho, dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, tanto explícita como implícitamente, hay un gran impulso hacia la inclusión financiera. Esta idea de que si se brindan servicios financieros a las personas pobres de todo el mundo, incluidos los agricultores pobres, se les permitirá liberar su potencial empresarial… Yo he hecho mucho trabajo de campo en Guatemala y se ve esta explosión de servicios financieros disponibles para los agricultores. Y también se ve su creciente endeudamiento. Los agricultores están adquiriendo más préstamos para financiar una producción intensiva de nuevos cultivos de exportación no tradicionales, como frutillas, flores frescas, brócoli, porotos verdes, que los propios guatemaltecos no suelen consumir. Se les ha alentado a cultivarlos en parte como una forma de pagar su deuda externa nacional. Pero en ese proceso los propios agricultores se endeudan, y mucho.
“Hoy el sistema alimentario es un oligopolio y un puñado de corporaciones domina casi todos los sectores de la cadena de suministros”
En enero de 2020, justo antes de la pandemia, hice una investigación de campo en Guatemala. Entrevisté a agricultores y varios de ellos hablaban sobre cómo esta presión por pagar deudas ha llevado a una intensificación de formas de agricultura muy extractivas. Históricamente, se habían involucrado en prácticas agrícolas agroecológicas y autosostenibles. Sin embargo, en la comunidad que investigué hay ahora un gran impulso hacia las moras, que es un cultivo importante de exportación. Y las formas en que están agotando las fuentes de agua y el uso intensivo de productos químicos para fomentar estos cultivos es tan grande que, incluso si quisieran dejar de cultivar esas moras y volver al maíz y los frijoles para subsistencia del hogar, el suelo ya no lo soportaría. Entonces, entran en este ciclo de dependencia química, lo que por supuesto significa también dependencia del crédito para comprar esos insumos.
-Parece que la financiarización es una amenaza global. Pero los gobiernos y las políticas globales se relacionan con la financiarización como una solución. ¿Por qué no se ha abordado como tal?
-En Estados Unidos hubo esfuerzos para reducir el comercio especulativo que estuvo implicado en la crisis mundial de precios de los alimentos entre 2007 y 2012. En ese país, por ejemplo, la Ley de Protección al Consumidor Dodd-Frank fue aprobada en 2010. Y parte de eso implicó poner límites a la negociación especulativa en el comercio de derivados de materias primas. Sin embargo, esta ley no entró en vigor durante diez años. Y en parte, porque había actores financieros, grandes corporaciones del sistema alimentario, un puñado de grandes intereses agrícolas, particularmente de los grandes productores de maíz, que se beneficiaban y hacían lobby.
Luego hubo cierto debate sobre cómo se puede realmente probar la causalidad: si la especulación lleva al aumento de los precios de los alimentos o si es el aumento de los precios de los alimentos lo que conduce a la especulación. Y luego, finalmente, se implementaron algunas reglas muy diluidas. Pero no fue hasta 2020-2021 que realmente entraron en vigor. Ahora, ¿por qué la gente no hace nada al respecto? Está en el radar de ciertas personas, ciertos reformadores. Pero también están las presiones de los actores financieros, de las personas que se benefician de esto, para no implementar las reformas.
Las crisis actuales están mostrando las grietas del sistema alimentario. Las guerras y el cambio climático son desencadenantes de la vulnerabilidad dentro del sistema alimentario. Pero no son las causas subyacentes. Las causas subyacentes son esta concentración empresarial, la simplificación y la industrialización dentro de los sistemas alimentarios.
CÓMO DEBE SER EL SISTEMA ALIMENTARIO
Gráfico 2

-Chile es un país muy dependiente de las importaciones de alimentos (gráfico 2) y este es un factor importante del alza reciente de la inflación. La mayor parte de nuestro sector agrícola está altamente mecanizado y dirigido hacia esos cultivos de exportación que mencionabas: cerezas, paltas, que requieren mucha agua ¿Qué alternativa tienen países como el nuestro, pequeños y altamente dependientes del comercio mundial?
-Voy a hablar sobre las dos cualidades clave de un sistema alimentario resiliente. En primer lugar está la diversidad y, por otro lado, la redundancia. Y lo que se entiende por diversidad son múltiples dietas, variedades de semillas, cultivos muy diversos, etc. La redundancia es múltiples fuentes. En los últimos años se ha visto en algunos países, por ejemplo, aumentar la diversidad de las dietas en el sentido de que se están consumiendo más granos y frutas y verduras que antes. Pero a nivel global es una diversidad reducida, pues tienes solo un puñado de productos básicos consumidos por todos y además existe un gran impulso para cultivar solo una o dos variedades de semillas o cultivar la misma. Por ejemplo, si estás en Argentina, cultivas trigo; si estás en Bolivia, cultivas quinoa; o si estás en Vietnam, cultivas arroz. Hay poca diversidad de productos básicos dentro de un país determinado. Pero también eso significa menos redundancia. Esta es la razón por la que hoy Ucrania es tan importante para el sistema alimentario en África, porque es una fuente única que proporciona trigo y otros tipos de cereales. Entonces, a través de un proceso de especialización, hemos creado un sistema alimentario eficiente. Pero la especialización también ha creado un sistema altamente vulnerable, y es por esto que nos encontramos con estos cuellos de botella en la cadena de suministros.
Entonces, ¿cómo nos alejamos de esto? ¿Cómo hacer que un país como Chile, que está posiblemente a la vanguardia de esta llamada revolución de las exportaciones agrícolas no tradicionales, y ahora está tan especializado en la producción de frutas y verduras frescas y vinos, principalmente para los consumidores del norte, salga de esto? No es fácil, pero creo que deberían existir, como han propuesto otros académicos, sistemas alimentarios más regionales. Es decir, aprovechar el potencial para crear algunas redundancias y aumentar la diversidad dentro del sistema alimentario.
NOTAS Y REFERENCIAS
[1] A fines de julio, se llegó a un acuerdo (“La iniciativa de granos en el mar negro”) para reactivar diversos puertos en Ucrania.
[2] Cargill tiene 155 mil empleados en 70 países del mundo, incluido Chile, donde forma parte de la propiedad de Salmones Multiexport, el segundo mayor productor y exportador de salmones del país.
[3] Que fabrica las papas fritas Lays, Doritos y Cheetos, cereales como Quaker.
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