Rusia, Ucrania y ‘Occidente’

No es la Tercera Guerra Mundial

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Pese a las alarmas que se han encendido con la actitud beligerante de Rusia, es difícil de pensar que va a estallar una guerra a gran escala en el corazón de Europa, sostiene el autor. “La lucha cuerpo a cuerpo ha dejado de ser el recurso que las grandes potencias buscan implementar pues resulta costoso social y económicamente, además de ser algo difícil de defender en la arena pública”, explica, citando al investigador Mark Galeotti, autor de The Weaponisation of Everything.


Tras la invasión directa por aire y tierra del territorio ucraniano por parte de las fuerzas militares rusas, han surgido análisis que vaticinan el inicio de una tercera guerra mundial[1], indicando que la invasión de Ucrania representa un primer paso hacia la realización de planes expansionistas que buscan restaurar la posición hegemónica de la Unión Soviética en Europa del Este.

Sin embargo, es importante recordar que este es un conflicto que ha existido de forma ininterrumpida desde 2014 con el surgimiento de las repúblicas autónomas de Luhansk y Donetsk, y la toma de Crimea por parte de Rusia. Así, lo ocurrido en la madrugada del 24 de febrero de 2022 es una etapa más de un conflicto de larga data y que debe ser analizado tomando en cuenta su trayectoria.

En esta columna analizaré algunos elementos de la historia reciente que dan cuenta de las tensiones ente Ucrania-Rusia y la estrategia diplomática seguida por el gobierno de Putin. Intentaré mostrar por qué la escalada que hemos presenciado en estos días debiera entenderse no como el estallido de una guerra ex nihilo (de la nada), sino como la etapa siguiente de la diplomacia coactiva que el estado ruso ha estado practicando desde 2014 en Ucrania, con el fin de impedir, entre otras cosas, que sea miembro de la OTAN, el gran fantasma que el Kremlin quiere espantar.

ELIMINAR EL PASADO SOVIÉTICO

La revolución ocurrida en Euromaidán en 2014[2] fue el inicio de un enfrentamiento multifacético entre Rusia y Ucrania que puede ser leído en distintas dimensiones. Desde la participación encubierta de militares rusos en Crimea y Donbás, la guerra entre ambos países ha tenido diferentes momentos y los grupos beligerantes han echado mano a distintas estrategias para promover sus intereses.

Una faceta de este conflicto son los periódicos episodios de enfrentamiento que, con diferentes intensidades, han ocurrido en el Donbás desde Euromaidán. En buena medida esta pugna puede comprenderse como la lucha interna entre facciones prorrusas y la ultraderecha nacionalista ucraniana, que ha sido instrumental en el establecimiento de la agenda política del gobierno central en Kiev desde 2014.

Las progresivas políticas de ucranización  de la vida pública, eliminando el ruso como lengua utilizable en escuelas y el espacio público, borrando cualquier huella del pasado soviético y ruso de Ucrania, son parte de las amenazas que detonaron la acción de los separatistas ruso parlantes en el oriente de Ucrania (Marcetic, 2022).  

“Pensar que la invasión rusa a Ucrania generará una guerra ampliada en el corazón de Europa es descartable. El presidente Biden ha sido claro en enfatizar que no desplegará tropas en territorio ucraniano”

Asimismo, desde 2014, el enfrentamiento ha sido llevado a cabo mediante la utilización de medios de guerra híbrida, que han incluido ataques cibernéticos y campañas mediáticas que buscan establecer una batalla por la narrativa del conflicto.[3]

En ese sentido, el gobierno ruso ha esgrimido una serie de razones de corte emocional y nacionalista para entender su vinculación con Ucrania. En un artículo escrito en 2021, Vladimir V. Putin señala que Rusia y Ucrania son en realidad un solo pueblo separado por proyectos de creación de identidad nacional que no dan cuenta de la hermandad cultural existente entre ellos. Putin hace referencia a la historia común que sitúa el origen de la ortodoxia rusa en Kiev hacia el siglo X, indicando que desde entonces existe una filiación religiosa e incluso étnica que no puede ignorarse (Putin, 2021).

Sin embargo, en el actuar diplomático del presidente ruso siempre ha existido un alto grado de pragmatismo y sus acciones son legibles desde una perspectiva práctica más que emocional. Un elemento que se ha mantenido constante en el discurso del presidente ruso es su preocupación por la expansión de la OTAN en Europa del este, pues es considerada una amenaza directa a la seguridad del coloso euroasiático. Desde el Kremlin se sostiene que la instalación de bases de la OTAN en Ucrania pondría a Rusia bajo la amenaza latente de misiles que podrían alcanzar Moscú en menos de 5 minutos (Haltiwanger, 2021). No hay que olvidar que la estrategia que Rusia ha utilizado de forma histórica para defenderse de los sucesivos intentos europeos por invadirlos se basa en la profundidad del territorio ruso, una característica que grandes estrategas europeos, como Napoleón en 1812 y Hitler durante la segunda guerra mundial, no pudieron resolver.

¿QUÉ BUSCA RUSIA?

Desde el apoyo prestado a los separatistas prorrusos en Donetsk y Luhansk a contar de 2014, pasando por las negociaciones sostenidas en dos ocasiones en Minsk, Rusia ha concluido que el diálogo directo con EE.UU. y sus aliados europeos no le permitirá conseguir su objetivo que es obtener de la OTAN el compromiso de no extender su membresía a Ucrania. De hecho, durante el último tiempo, la actividad de las potencias occidentales se enfocó más en crear una campaña mediática eficiente que instalara la narrativa de la inminencia de la agresión rusa, más que en diseñar alternativas diplomáticas y políticas que lograran atenuar las tensiones existentes en la frontera. Por esta razón es posible comprender que haya decidido cambiar de enfoque y evitar que Ucrania entre a la organización militar liderada por EE.UU. a través de la intervención directa en el país.

“Es posible pensar que Putin tiene en mente un tipo de intervención similar a la que llevaron a cabo en Siria, en donde lograron constituirse en árbitros internos para dirimir conflictos entre las facciones en disputa”

De acuerdo a lo anterior, sería posible vaticinar que Rusia no buscará anexar el territorio ucraniano e incorporarlo definitivamente a su territorio. Esa línea de acción podría haber sido seguida en el caso de Bielorrusia cuando estallaron las protestas contra Lukashenko entre los años 2020 y 2021. Sin embargo, la opción fue desechada por su impracticabilidad y el alto costo político, económico y social.  Tampoco podría argumentarse convincentemente que Rusia buscaría instalar un gobierno títere en Ucrania para luego abandonar el territorio asegurándose de contar con un o una líder que siga instrucciones desde el Kremlin. La división en Ucrania entre occidentalistas, nacionalistas radicales y la población ruso parlante harían imposible llegar a un acuerdo de esta naturaleza que sea duradero y sostenible en el tiempo. Por ello, descansar en la legitimidad del gobierno electo parecería ser el camino que el gobierno ruso seguiría.

Así, es plausible pensar que el objetivo de la invasión rusa en Ucrania tiene como fin rediseñar el sistema de gobierno existente con el fin de crear un arreglo federal en el que las repúblicas separatistas del este sean reincorporadas y cuenten con una influencia suficiente como para que el Kremlin pueda intervenir en los asuntos internos del país y finalmente lograr su objetivo de evitar un posible ingreso de Ucrania a la OTAN.

UNA NUEVA SIRIA

Las  lecciones de la reciente retirada de EE.UU. de Afganistán, así como la retirada soviética del mismo país en los años ochenta, dejan claro que una ocupación prolongada y una administración extranjera directa no generan necesariamente buenos resultados. Es posible pensar que Putin tiene en mente un tipo de intervención similar a la que llevaron a cabo en Siria, en donde lograron constituirse en árbitros internos para dirimir conflictos entre las facciones en disputa, una dinámica que se repetirá en las negociaciones entre separatistas y regiones pro occidentales en Ucrania.

En esta lógica, el pensar que la invasión rusa a Ucrania generará una guerra ampliada en el corazón de Europa es descartable. El presidente Biden ha sido claro en enfatizar que no desplegará tropas en territorio ucraniano y que su intervención se limitará a ofrecer apoyo económico y armamentístico a las fuerzas armadas de Ucrania. Del mismo modo, en la conferencia de prensa ocurrida el día 24 de febrero de 2022 indicó que la vía de acción que seguirá EE.UU. y sus aliados está en la línea de las sanciones económicas y financieras, con el fin de obstaculizar el desarrollo de las actividades comerciales rusas en diferentes partes del globo.

Se puede ver de esta manera, que la materialización de la invasión rusa a Ucrania no genera un vuelco en la estrategia europea y de la OTAN para lidiar con Rusia. La respuesta sigue en la misma línea que se ha mantenido desde el inicio del conflicto en 2014.

Concebir la posibilidad del estallido de una guerra a gran escala en el corazón de Europa, pese a las alarmas que se han encendido con la actitud beligerante de Rusia, es difícil de pensar por el momento. Como señala el investigador Mark Galeotti en su estudio recientemente publicado, The Weaponisation of Everything (Galeotti, 2022) la lucha cuerpo a cuerpo ha dejado de ser el recurso que las grandes potencias buscan implementar pues resulta costoso social y económicamente, además de ser algo difícil de defender en la arena pública.


NOTAS Y REFERENCIAS

[1] Ver por ejemplo: https://www.voanews.com/a/is-this-the-start-of-world-war-iii-or-cold-war-ii-/6457852.html, https://www.usatoday.com/story/news/nation/2022/02/24/cold-war-wwiii-russia-ukraine/6923412001/?gnt-cfr=1 y https://www.independent.co.uk/news/world/russian-invasion-ukraine-world-war-three-b2022200.html.

[2] Para comprender las protestas que surgieron en 2014, ver https://www.opensocietyfoundations.org/explainers/understanding-ukraines-euromaidan-protests.

[3] Entre los elementos de guerra híbrida utilizados en el conflicto ucraniano desde 2014 al presente, podemos citar el envío de personal militar ruso no identificado al territorio ucraniano, los denominados ‘hombres verdes’ por la ausencia de insignias en sus uniformes. La presión económica-energética que Rusia ha ejercido sobre Ucrania mediante la construcción del gasoducto Nordstream 2 es otro ejemplo del uso de medios de enfrentamiento no convencionales. Por último, las campañas de desinformación mediante el uso de redes sociales y medios de comunicación ha sido otra de las tácticas empleadas desde Moscú para desestabilizar el gobierno ucraniano (Zarembo & Solodkyy, 2021).

Referencias

Galeotti, M. (2022). The Weaponisation of Everything: A Field Guide to the New Way of War. Yale University Press.

Haltiwanger, J. (2021, December 1). Putin warns NATO of Russia’s unstoppable missiles if his ‘red line’ in Ukraine is crossed. Business Insider. https://www.businessinsider.in/politics/world/news/putin-warns-nato-of-russias-unstoppable-missiles-if-his-red-line-in-ukraine-is-crossed/articleshow/88018623.cms

Marcetic, B. (2022, February 10). A Ukrainian sociologist explains why everything you know about Ukraine is probably wrong: An interview with Volodymyr Ishchenko. Jacobin Magazine. https://jacobinmag.com/2022/02/us-russia-nato-donbass-maidan-minsk-war

Putin, V. V. (2021, July 12). On the Historical Unity of Russians and Ukrainians. http://en.kremlin.ru/events/president/news/66181

Zarembo, K., & Solodkyy, S. (2021, January 29). The Evolution of Russian Hybrid Warfare: Ukraine. Center for European Policy Analysis. https://cepa.org/the-evolution-of-russian-hybrid-warfare-ukraine/

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