Ilustración: Leo Camus

¿Qué es la financiarización?

Es uno de los procesos estructurales más importantes de los últimos cincuenta años y hoy afecta cada vez más áreas de nuestra vida cotidiana. La financiarización se vincula con el alza de los créditos hipotecarios y los arriendos, pero también con la utilización de tarjetas de crédito, con las licitaciones de infraestructura pública, las pensiones, la forma en que se financia la educación, e incluso la naturaleza, a través de los bonos de carbono o los derechos de agua.  Este breve texto, presenta algunas de sus característica esenciales.


La financiarización alude al hecho que las finanzas y el sector financiero han pasado a tener un rol preponderante en la dinámica del crecimiento económico. Se entiende por sector financiero aquel que hace negocios prestando de distintas maneras capital para que otros hagan negocios. La renombrada economista Mariana Mazzucato, en su libro “El Valor de las cosas”, dice que hasta las desregulaciones de los años 80’ las finanzas no eran consideradas como una actividad productiva. Se las entendía como un costo en el proceso de generar la verdadera riqueza. Pero desde las reformas neoliberales de los ‘80, las finanzas comenzaron a ser vistas como productoras de valor y en muchos países se redujeron las regulaciones que las tenían a raya. De hecho, la escuela de Chicago fue una de las pioneras en difundir la idea que el exceso de regulaciones sobre el sector financiero o “represión financiera” como le llamaron, era uno de los principales problemas económicos de la época. Y es que, a su juicio, el rol de los mercados financieros en la asignación óptima de recursos en la economía es tan crucial, que una de las reformas principales a realizar era justamente la liberalización y desregulación de los mercados financieros.

El proceso de financiarización ocurrido en el mundo desde los años ochenta se refleja en una serie de cambios que tienen no sólo consecuencias económicas sino también sociales y políticas.

Por un lado, las actividades del sector financiero han pasado a ser las de mayor peso en cuanto a la contribución al crecimiento económico. En Estados Unidos, por ejemplo, este pasó de representar un 14% del PIB en 1970 a un 21% en 2021. En el caso de Chile, el año 1977, justo antes de la desregulación financiera por parte de la dictadura, las finanzas representaban apenas el 6,3% de la economía; hoy representan cerca del 15% y es el sector que más contribuye al PIB, seguido de servicios personales, comercio, y minería (con alrededor de 10% cada uno, según datos del Banco Central).


“La financiarización ha ido aparejada con un proceso en el cual las grandes empresas productivas invierten cada vez más partes de sus ganancias en activos financieros y cada vez menos en inversiones productivas, con el resultado de una creciente desindustrialización y un incremento acelerado de la desigualdad”.


Otro indicador es el peso de los activos financieros, esto es, cuanto representa de la economía el valor de todos los activos financieros presentes en un país. En Estados Unidos, se mantuvo hasta los años ochenta entre uno y dos veces el valor total de la economía. Hoy tras la desregulación y la crisis financieras mundial, los activos financieros en EE. UU. más que se duplicaron, llegando a representar cerca de seis veces el valor de la economía real.  En Chile, sólo el valor de los fondos de pensión representa casi el total de lo producido en el país en un año.

Esto es un reflejo de cómo las finanzas se han desacoplado del crecimiento de la economía no financiera, esto es, de la producción de bienes y servicios. En efecto, la financiarización ha ido aparejada con un proceso en el cual las grandes empresas productivas invierten cada vez más partes de sus ganancias en activos financieros y cada vez menos en inversiones productivas, con el resultado de una creciente desindustrialización y un incremento acelerado de la desigualdad. Esto se produce, por una parte, porque el valor de los activos financieros se incrementa aumentando la riqueza de quienes invierten en ellos, y por otra parte, porque los empleos industriales disminuyen y los salarios en general se estancan debido a la menor inversión productiva. Por último, cada vez más áreas de la vida cotidiana se han visto envueltas por el sistema financiero, desde los créditos inmobiliarios y los arriendos, los proyectos de infraestructura pública, hasta las pensiones, la educación, o incluso la naturaleza, a través de por ejemplo los bonos de carbono o los derechos de agua transados hoy en día en la bolsa de Nueva York.

Lo anterior ha tenido un efecto tanto económico como político con el aumento del poder de las empresas financieras y el surgimiento de nuevos actores. Con esto hablamos no solo de los bancos, que han estado siempre en el corazón del capitalismo, sino también de nuevo actores que han pasado a dominar la escena económica. Se trata de empresas que manejan gran cantidad de activos financieros como las empresas de seguros, fondos de pensiones y fondos soberanos (así llamados “inversionistas institucionales”), pero sobre todo, las empresas especializadas en gestión de activos o asset managers, que administran e invierten el patrimonio de otras empresas y de las grandes fortunas del mundo.

A nivel mundial, compañías como Blackrock, Vanguard y Fidelity se han convertido en los puntales de este nuevo capitalismo financiarizado. Como es de esperar, el poder económico va aparejado de poder político. Un ejemplo patente de ello ocurrió en plena pandemia e involucró al vecino país de Argentina. El fondo Blackrock, el mayor del mundo y que mantiene aún litigios con Argentina por no querer acogerse al canje de deuda acordado con el FMI tras la crisis de 2001, es también uno de los mayores accionistas de la empresa farmacéutica Pfizer líder en la producción de vacunas para el Covid. En plena pandemia, trascendió que Blackrock habría hecho gestiones ante el gobierno argentino para ofrecer acceso preferencial a vacunas a cambio de derechos sobre los glaciares del vecino país[1]. El fondo del asunto sería la reciente apertura de la bolsa de Nueva York a transar derechos de agua[2].

Otro ejemplo más cercano tiene que ver con el manejo de la fortuna del presidente Piñera. Antes de asumir sus mandatos, este armó lo que se denominaron “fideicomisos ciegos” por medio de los cuales delegó la administración de parte de sus activos a empresas especializadas como Moneda Asset Management. Además de las ya conocidas polémicas respecto de si el presidente delegó realmente el manejo de sus finanzas o si mantuvo siempre control de ellas, es sabido, por ejemplo, que altos ejecutivos de Moneta Asset Management realizaron importantes contribuciones a la campaña presidencial de Piñera en 2017 [3]. Adicionalmente, uno de los miembros del directorio de Moneda, José Luis Daza, fue el principal asesor económico de José Antonio Kast en la segunda vuelta presidencial en 2021.

El proceso de financiarización ha ido aparejado de una serie de otras consecuencias sociales, políticas e incluso institucionales.

En primer lugar, ha ido de la mano con la liberalización de los mercados, y particularmente, de la liberalización de las restricciones a los movimientos de capitales entre países y la desregulación financiera, que han permitido diseñar nuevos instrumentos financieros cada vez más difíciles de comprender y de controlar. Esto ha llevado aparejado una baja sostenida de los niveles de crecimiento económico a nivel mundial, y un aumento en la frecuencia y magnitud de las crisis financieras que se contagian por todo el mundo, un ciclo de crisis que se inaugura con la crisis chilena de 1982-3. Esto ha puesto a las instituciones públicas encargadas del monitoreo de los mercados financieros (bancos centrales, comisiones de mercado financiero, superintendencia de valores) y a la estabilidad financiera en el centro de los objetivos de política económica.

Una segunda consecuencia esta vez política es el crecimiento del poder de las finanzas. Las empresas financieras se han convertido en “too big to fail” esto es, concentran tal poder de mercado y se encuentran tan interconectadas, que su quiebra -por ejemplo, en contextos de una crisis financiera- amenazan la economía de tal manera que los gobiernos corren a salvarlas para salvaguardar la economía y el empleo. Adicionalmente, el poder de convertir las inversiones en activos financieros y moverlos con facilidad de un país a otro ha permitido reforzar el poder de los mercados sobre los gobiernos electos, aumentando la efectividad de las amenazas de “fuga de capital” y desplome de la bolsa como correctivos ante programas políticos contrarios a los intereses financieros. Finalmente, este período de financiarización ha ido aparejado con un crecimiento de la desigualdad, en la medida que las empresas reducen sus inversiones en la economía no financiera y por tanto el empleo y los salarios, a la vez que aumenta el valor de los activos financieros como ha mostrado Thomas Piketty en su libro El Capital del Siglo XXI (2014)


2 comentarios de “¿Qué es la financiarización?

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