Las autoras y autores de esta carta han estudiado cómo El Mercurio, La Tercera y La Nación informan sobre derechos matrimoniales y parentales de las personas LGBTIQA+. Concluyen que “la prensa convencional se ha abierto a sus demandas”.
El 10 de marzo entró en vigencia en Chile el proyecto de ley que legaliza el matrimonio entre personas del mismo sexo. Las del mismo sexo no sólo pueden casarse, sino también adoptar niños juntos o convertirse en m/padres, desde su nacimiento, de niños concebidos mediante técnicas de reproducción asistida. Cuando Sebastián Piñera anunció, en su Cuenta Pública de 2021, que daría “urgencia” a este proyecto de ley, enviado al Congreso en 2017 y discutido desde entonces, los medios nacionales e internacionales atribuyeron este giro presidencial a la debacle electoral de la derecha en las elecciones de la Convención Constituyente. Asimismo, explicaron aquella derrota por la mayor participación de los movimientos sociales en los procesos de participación política desde el “estallido social” – plasmada en la composición de la Convención Constitucional, paritaria y ampliamente abierta a la sociedad civil – y la mayor aceptación social de la diversidad sexual y familiar.
Aunque los recientes cambios políticos han sido decisivos para llegar a este proyecto de ley, ello también fue posible gracias a una dinámica de largo plazo que se inicia en los 2000: el Proyecto de Unión Civil comenzó a debatirse en 2003 y no se aprobó hasta 2015, cuando el movimiento LGBTIQA+ ya exigía el matrimonio igualitario. Lo actores que lo componen (Movilh, Agrupación Lesbica Rompiendo el Silencio, Fundación Iguales, ODT, etc.), así como las organizaciones de DDHH, jugaron un papel importante en este proceso, multiplicando los repertorios de acción: en la calle, con las marchas por la diversidad sexual; en la esfera política, buscando aliados entre los parlamentarios y los miembros del gobierno; en los tribunales, acompañando a personas homosexuales que buscaban hacer valer sus derechos a casarse, tener la custodia de sus hijas e hijos, adoptar o ser reconocidos ambos como m/padres.
La cobertura mediática de estos debates políticos y procesos judiciales también ha sido importante para el cambio social. Nuestro equipo de investigación identificó cerca de 500 artículos sobre padres y madres LGBTIQA+ que aparecieron en tres diarios nacionales, La Tercera, El Mercurio y La Nación, entre principios de 2011 y finales de 2021[1]. Durante estos 10 años, estos periódicos contribuyeron al auge de la temática en la discusión pública. Al ofrecer un espacio para el debate contradictorio sobre los derechos de las parejas del mismo sexo, estos periódicos, sean centristas o incluso conservadores, han permitido que estas personas y sus aspiraciones de ser reconocidas como parejas y padres ganen visibilidad en los círculos de toma de decisiones, donde se los considera como diarios de referencia.
Más de 6 de cada 10 artículos reflejan los debates parlamentarios sobre los derechos de las personas LGBTIQA+: la Ley de Acuerdo de Unión Civil, la Ley de Matrimonio igualitario y el Proyecto de Adopción Homoparental, así como la Ley Zamudio (2012) y la Ley de identidad de género (2018). A través de esos artículos, los tres periódicos mencionados dan voz a los diferentes actores, partidistas, expertos o activistas, favorables o desfavorables, sobre los derechos de las personas LGBTIQA+. En el plano partidista, son las y los diputados, senadores y, en menor medida, las y los ministros afiliados a partidos de derecha los que más se escuchan: dos tercios de ellos son hombres y muchos expresan su reticencia hacia las demandas del movimiento LGBTIQA+. En cambio, del lado de la sociedad civil, además de los expertos (profesores universitarios, abogados, etc.), son los activistas de las organizaciones LGBTI quienes más tienen la palabra: los dirigentes del Movilh son los más entrevistados, seguidos por los de Fundación Iguales.
En cambio, las noticias sobre casos judiciales relacionados a personas LGBTIQA+ (un cuarto de nuestro corpus) brindan relatos mucho más íntimos. Más que de principios políticos, jurídicos o morales, éstas tratan de m/padres e hijas o hijos que acuden a los tribunales de Santiago, Antofagasta, Viña del Mar, Talcahuano o Villarrica con el afán de vivir su vida como cualquier familia heterosexual. Buscando generar la identificación o al menos la empatía de las y los lectores, la personalización de los relatos comienza con el caso de la jueza Karen Atala, a quien los tribunales le quitaron la custodia de sus tres hijas en 2004 por su orientación sexual. Este caso llevó a la primera condena del Estado chileno por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, hace justo diez años, por discriminación basada en la orientación sexual. En nuestro corpus, las entradas referidas a este caso o a su protagonista representan casi 1 de cada 10 artículos. Su impacto, tanto jurídico como en el activismo, se extendió a otro tipo de procedimientos, ya no solo enfocados en el tema de la custodia en casos de separación, sino que en el acceso al derecho de filiación de las parejas del mismo sexo.
“Cuando se crearon las revistas OpusGay y Rompiendo el Silencio, las y los activistas lesbianas y homosexuales vieron la importancia de organizar su propia cobertura mediática para contrarrestar el trato sensacionalista e incluso estigmatizante de ellos en los medios tradicionales. Veinte años después, está claro que la prensa convencional se ha abierto a sus demandas”
Esas parejas son las que conforman, entre otras, Claudia y Claudia, Alexandra y Alejandra, Mayra y Constanza, Rocío y Susana, o Emma y Gigliola: los artículos de nuestro corpus relatan sus batallas judiciales para que el Estado chileno registre a su(s) hijoa(s) con dos madres; también dan a conocer aspectos de su vida cotidiana y las dificultades a las que se enfrentan por hacer familia fuera de una marco legal inclusivo. En 2020, Emma y Gigliola consiguieron el reconocimiento de la doble filiación maternal de su hijo Attilio. Luego, otros m/padres ganaron sus casos mediante procedimientos similares, y la lógica narrativa antes descrita tendió a diluirse, como si el reconocimiento de los derechos ya no requiriera que las y los m/padres tengan que develar aspectos de su vida privada para sensibilizar el público a su causa. Es probable que esos relatos en primera persona hayan jugado un papel importante en la sensibilización sobre la realidad de mujeres que, por su profesión o posición social, tienden por otra parte a tener mayor acceso a los medios de comunicación (jueza, directora de los archivos nacionales, exfutbolista profesional, etc.). El volumen de noticias ha aumentado en el tiempo en relación a la mediatización de estos casos, pasando de 21 artículos – en los tres periódicos indagados – el 2012 (cierre del caso Atala) a 88 artículos el 2021 (caso Attilio).
Los artículos de opinión (un cuarto del corpus), y en particular las columnas, son otro indicador de la importancia dada a los derechos matrimoniales y parentales de las personas LGBTIQA+ en la prensa escrita. Si bien aquellas opiniones están lejos de ser unánimes, casi dos tercios de estos textos son -en parte o incluso francamente- favorables a estos derechos. Este posicionamiento favorable es aún más evidente si consideramos que la mitad de los artículos estudiados se publicaron en La Tercera, en el que las opiniones contrarias a los derechos LGBTIQA+ son proporcionalmente mucho menos numerosas que en La Nación y especialmente El Mercurio.
A comienzos de 2000, cuando se crearon las revistas OpusGay y Rompiendo el Silencio, las y los activistas lesbianas y homosexuales vieron la importancia de organizar su propia cobertura mediática para contrarrestar el trato sensacionalista e incluso estigmatizante de ellos en los medios tradicionales. Veinte años después, está claro que la prensa convencional se ha abierto a sus demandas. Con todo, esta apertura está lejos de abarcar la totalidad de la diversidad sexual: la primera pareja del mismo sexo en casarse el 10 de marzo pasado, recurrió el 2020 a la gestación subrogada en Colombia y de esto no da cuenta nuestro corpus pues apareció en la revista Tercera PM y no en la edición principal. De hecho, en nuestro corpus son muy pocas las noticias relacionadas con padres homosexuales y, en general, el tema de la gestación subrogada apenas se aborda. Sobre todo, las y los m/padres trans siguen siendo muy poco visibles en la prensa y en los diarios analizados.
La lesbomaternidad se ha convertido en algo aceptable ya que se basa en la conyugalidad (y no en la monoparentalidad) y debería permitir extender el rol maternal, tan estructurante en la sociedad chilena, a más mujeres. Pero al dar voz a estas madres, a los abogados que las asesoran y a las y los activistas que las apoyan, al difundir en el lenguaje mediático los neologismos que las califican (“parejas del mismo sexo”, “familia homoparental”, “dos mamás”, etc.), estos diarios participan en la creciente visibilidad de las parejas de madres: al ser leídos en las esferas de toma de decisión política, y más ampliamente en las clases medias y altas, estos periódicos han sido uno de los vectores de aceptación social de los derechos familiares de las personas LGBTIQA+.
NOTAS Y REFERENCIAS
[1] Esta investigación se enmarca dentro del proyecto de Émilie Biland sobre derechos familiares de los padres y madres LGBTIQA+ en contextos de separación conyugal, en Francia, Canadá y Chile.