Le mandamos a Fabrizio Copano y a Camilo Salas un guión con algunos conceptos que hemos publicado sobre tráfico de drogas y legalización de la marihuana. Ellos lo usaron para conversar en su programa Qué Papsó? Aquí esta el texto que les enviamos. (El capítulo completo lo puedes ver en TRUMP es el nuevo PAPA)
Estimado Fabrizio.
Aquí hay otro tema que hay que discutir con la cabeza abierta: la legalización de la Marihuana.
Cuando se habla de la violencia en Latinoamérica, no siempre se tiene claro que ella está muy vinculada con el negocio de la droga. En Tercera Dosis entrevistamos a Benjamin Lessing que decía que mientras persigamos el tráfico no podremos controlar la violencia criminal ni la corrupción que azotan a nuestros países.
¿Por qué?
Porque la droga mueve mucho dinero. Y mientras más controles pones en la frontera, mejor negocio es el tráfico, porque todas esas medidas hacen subir el precio. Dicho en simple, cuando hay mucha prohibición, un kilo vale oro. Y siempre se puede pasar un kilo por la frontera. Siempre va a haber un policía o un militar que diga, “si no lo dejo pasa yo, otro lo va a hacer.”
Y cuando el narco tiene más dinero, más gasta en armas y en coimas

Esa es la paradoja que explica por qué hoy, después de décadas de prohibición, se mueve más droga en el mundo que jamás en la historia.
Por eso Lessing es partidario de no perseguir el tráfico para poder concentrarnos en reducir la violencia y la corrupción en nuestros países.
Ese problema nos lleva a la idea de la legalización.
Algunos en Chile creen que legalizar la marihuana permitiría quitarle negocios a los narcos y, de alguna manera, debilitarlos. Piensan que legalizar sería bueno para la seguridad.
¿Es cierto eso?
Vamos la evidencia disponible: el caso uruguayo que lleva 11 años de legalización de la marihuana.
Primero veamos cómo lo hicieron y luego veamos qué papsó.
CÓMO LO HICIERON
La Marihuana la legalizó el famoso Pepe Mujica en 2013. Como Uruguay es un país muy estatista, la legalización se hizo con un fuerte control público.
Es el Estado el que fija cuánta marihuana se puede producir y comerciar; y establece controles de calidad, incluido el nivel de THC. Así, el que quiere consumir debe inscribirse ante el Estado – lo que implica ir a una oficina de correo o a una farmacia y dar su nombre y domicilio- y optar por una de tres vías de acceso a la droga que están autorizadas:
- Autocultivar (que permite tener hasta 6 plantas en casa),
- comprar en una farmacia (las cuales son provistas por cultivadores privados autorizados por el Estado)
- ser miembro de un club cannábico (autorizados a cultivar hasta 99 plantas).
Una cosa importante: no está permitido comprar más de 40 gramos mensuales.
Cuando se implementó la política, Mujica argumentó que la legalización podía bajar la criminalidad. ¿Lo consiguieron?
NO.
De hecho, hoy ocurren más homicidios en Uruguay que antes de esta política. Pero esa alza de homicidios no tiene que ver con la legalización.
La razón de que la legalización no haya influido en la violencia es, como todos intuimos, que la marihuana no tiene que ver los delitos violentos. Por una parte el pito no te deja con ánimo de robar o matar; por otra, no genera tanto dinero como para que las bandas se maten por controlarla.
Entonces, ¿fracasó esta política?
NO, de nuevo.
La experiencia ha mostrado varios resultados importantes y esperanzadores.
Primero, la legalización le quitó a los narcos entre el 39 y el 48% del mercado. Eso implica que mucha gente que antes iba a barrios peligros a comprar el tóxico prensado paraguayo, ahora compra marihuana de calidad controlad en una farmacia.
En síntesis, la regularización generó un mercado más seguro para los consumidores de marihuana.
Sin embargo, todavía hay mucha gente que compra a los narcos. Rosario Queirolo, politóloga uruguaya nos dijo que eso tenía que con que el que quería consumir tenía que identificarse ante el Estado. Y esto espanta a muchos jóvenes, especialmente populares.
Dijo Queirolo: La regulación uruguaya no es para personas con bajos recursos. Debes tener una dirección para registrarte y si no, tienes que ir a la comisaria para pedir un certificado. Y eso es impensable que lo haga un joven pobre. Y después, si quieres tener plantas, no es tan sencillo cultivarlas, necesitas equipo. Y los clubes, en su mayoría son caros.

VOLVAMOS A LA SEGURIDAD: ¿Se vieron perjudicados los narcos? ¿Los afectó perder parte del mercado?
Lo siento, pero otra vez NO.
Es muy probable que el narco haya reemplazado la baja en marihuana con otras drogas. El crimen organizado, además no vende solo drogas: trafica madera, roba cobre, trafica con personas. La Marihuana es solo uno de sus negocios.
Nos dijo Queirolo: “Si la gente piensa que legalizando la marihuana puede llegar a disminuir el negocio del narcotráfico de una manera relevante, la experiencia en Uruguay dice que claramente eso no ocurre. Uno tiene que legalizar el cannabis por otros motivos: para sacarle una parte del mercado y así desvincular a algunos usuarios de la ilegalidad y de la exposición a drogas adulteradas. Pero no para debilitar al narco ni para reducir la violencia.”
¿Y si legalizáramos TODAS las drogas? A lo mejor eso sí arrinconaría a los narcos.
Nadie tiene claro eso. Lo que es cierto es que esa pregunta gana fuerza en todos lados porque la situación actual es terrible. También es claro que al legalizar se van a pagar grandes costos de salud. Porque puede que al legalizar más personas se animen a probar cosas a las que no accedían porque había riesgos legales o de seguridad. Por otra parte, si solo legaliza un país y no sus vecinos, el tráfico va a seguir.
Queirolo resume el problema actual:
“Hoy estamos en el peor escenario y estoy de acuerdo en que si el estatus quo no funciona, tiene sentido moverse. Pero no hay que pensar livianamente en que liberalizar es la bala de plata que arregla todo”.
No hay balas de plata.
Esa es una enseñanza siempre. Los problemas sociales solo pueden arreglarse de a poco, con paciencia. Los que prometen soluciones rápidas usualmente la cagan.
Para terminar, una cosa buena de la legalización: En Uruguay NO aumentó el consumo entre los jóvenes ni bajó la edad de inicio del consumo.
Mucha gente creía que al legalizar, es decir al hacer más accesible la droga, Uruguay se iba a llenar de zombis. Y la verdad es que los estudios que ha hecho Queirolo muestran que en Uruguay el consumo crece, pero menos que en Chile, que tiene prohibición.
Bonus Track.
Si algún libertario está escuchando tu programa se habrá puesto a vomitar al oír que Uruguay optó por una legalización fuertemente controlada por el Estado.
Lo cierto es que hay otros modelos, como la legalización que ha hecho Canadá y algunos estados de Estados Unidos. En estos países el mercado maneja la venta, la producción, la distribución. Y eso, que parece bien en términos de libertad, no lo es tanto, en términos de salud pública. Porque cuando transformas la droga en un negocio el que vende quiere que aumente el consumo, que más personas se droguen y lo hagan más veces. Entonces la droga se vende como algo cool, sofisticado, se empaca con elegancia. Todo invita a consumir. En Uruguay, en cambio, nadie quiere que se fume más. No es la idea y en parte por eso el consumo se mantiene bajo control.
Si quieres saber más de este tema te recomendamos:
“Qué podemos aprender tras 11 años de regulación de la marihuana en Uruguay”, entrevista con la cientista política uruguaya Rosario Queirolo;
“A los políticos lo primero que les diría es que no hay que caer en la tentación de la mano dura”, entrevista con el politólogo norteamericano Benjamin Lessing.

