BIENVENIDOS AL ESTADO POLICIAL
En una América Latina que lleva décadas con la delincuencia como problema central, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele se ha vuelto una esperanza para las personas que viven con miedo. Bukele parece mostrar que incluso un estado pequeño puede hacer frente a una mafia de fama mundial como son las Maras salvadoreñas, si pone todo su empeño en ello. En esta entrevista Tiziano Breda, analista especializado en los conflictos en Centroamérica, aborda el éxito de las políticas de Bukele, por ejemplo la reducción en la tasa de homicidios; también discute los costos que han tenido estas políticas y las debilidades que pueden hacer que el éxito alcanzado sea temporal.
Una posible debilidad, explica Breda, es que la ola de arrestos ordenada por Bukele -que llega a las 67 mil personas- puede no haber afectado a las cúpulas de las pandillas. Muchos “líderes” han emigrado a México y Estados Unidos y el temor es que si los detenidos son esencialmente “soldados” de nivel bajo, la mafia los reemplace en el mediano plazo y se reconstruya. La pobreza es muy eficiente en reclutar jóvenes para las pandillas.
Por otro lado están los costos de estas políticas. Uno de ellos es que para acelerar el encarcelamiento de los pandilleros, el estado rebajó los estándares de prueba legal. Con procesos “expeditos” que incluyen jueces encapuchados y enjuiciamientos simultáneos donde los acusados no tienen derecho a defensa, un porcentaje importante de los 67 mil detenidos son personas inocentes, explica Breda. Después de décadas de miedo a las pandillas, quienes hoy disfrutan de calles más seguras se enfrentan a una compleja disyuntiva: saben que viven más tranquilos gracias a que muchos pandilleros están presos, pero también saben que en ese proceso de “limpieza” ellos mismos o sus familias pudieron ser “barridos” por un estado que encarcela primero e investiga después, como acusa Breda.
La característica anterior muestra que en el éxito que ha tenido Bukele se incuba un peligro para la democracia. El despliegue de fuerza que ha podido llevar adelante ha sido posible porque él ha debilitado sistemáticamente a los otros poderes del estado y ha concentrado ese poder en sus manos y en la policía. Hoy Bukele cuenta con un parlamento y un poder judicial alineados con su política. Y eso puede parecer muy bien sobre todo a los sectores medios dado que las externalidades de la violencia estatal la están pagando los jóvenes y adultos pobres, que se suelen parecer pandilleros y viven en los mismo barrios; pero y si Bukele comienza a perder popularidad y enfrenta una oposición creciente, ¿qué le impedirá que use el poder de este estado policiaco contra todos los que no piensan como él? Breda cree que una eventual deriva del régimen de Bukele puede ser la Nicaragua del dictador Daniel Ortega que se mantiene en el poder en buena medida gracias a un intenso despliegue policial.
Así, cuando se piensa que el modelo de Bukele puede ser una solución al crimen en otras zonas de latinoamérica, se debe tener en cuenta que ese modelo requiere avanzar hacia un estado policial. En el caso de Chile, donde la actual ola de respaldo a casi todo lo que hace Carabineros lleva a olvidar la violencia que desplegó durante el gobierno de Sebastián Piñera para controlar el estallido social, vale la pena preguntarse qué podría hacer esa policía -que no se ha reformado- bajo las órdenes de alguien de extrema derecha como Kast.
Hoy, la idea de un estado policial seduce a algunos políticos pues les permite ganar votos en una población que, por distintos motivos, es cada vez más crítica de la democracia y piensa que los procedimientos garantistas ponen al estado al servicio de los delincuentes. Estas ideas son constantemente promovidas por la extrema derecha, pero también emergen naturalmente ante las dificultades innegables que tienen las democracias para contener los crímenes. Como sugieren Juan Pablo Luna y Gerardo Munk en su libro Latin American Politics and Society la violencia caracteriza hoy a los países democráticos de Latinoamérica y en algunos casos ésta es mucho mayor que la que vivieron en las décadas de las dictaduras. Esto ha llevado a que esta sea hoy la región más violenta del mundo.
En ese sentido Bukele es un personaje que retrata bien nuestro tiempo. No solo porque la delincuencia es la tarea prioritaria para muchos de nuestros países, sino porque para hacerlo ha reducido los derechos y los procedimientos que se requieren en un juicio justo. Estamos en una época en que parece incuestionable que un juicio justo sólo beneficia a los delincuentes.
Bukele trae paz a una comunidad desesperada. Pero también encarna un terrible fracaso y dibuja un oscuro panorama futuro.
Oye aquí la entrevista a Tiziano Breda hecha por Juan Andrés Guzmán
Lee aquí un reciente artículo de Tiziano Breda sobre la politica policial de Bukele