Ilustración: Leo Camus

Comercio callejero, criminalización y migración

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Los medios asocian comercio ambulante con migración y delincuencia. Si dejaran de generalizar y buscaran mejor, también encontrarían en las veredas a personas que dejaron su trabajo formal por los bajos sueldos y horarios extenuantes, a adultos mayores que deben complementar sus bajas pensiones e inmigrantes que tienen problemas para regularizar su situación. Sin negar la existencia de delitos e incivilidades, la columna muestra que una serie de exclusiones estructurales empujan a la calle tanto a migrantes como a nacionales.


“En ese lapso en que tratas de hacer papeles o reglamentarte, pueden pasar muchos meses y tienes que sobrevivir de alguna manera. Entonces ahí vienen los trabajos informales. Lastimosamente, hoy el trabajo informal resulta más beneficioso que un trabajo asalariado, porque el salario mínimo es el que normalmente rige para muchas personas que migran. Entonces no te alcanza… Y cuando tienes algún título ¿cuánto dinero te cuesta validarlo? ¿cuánto te cuesta apostillarlo y que te lo legalicen aquí? Entonces ahí es donde vienen los trabajos informales que uno ejerce.”

El testimonio anterior es de Mario, un residente colombiano que se ha desempeñado en el comercio informal desde su llegada a Chile, hace una década. Lo entrevistamos en junio de 2022, en el marco de un estudio etnográfico sobre diversidad, migración y convivencia urbana [1], específicamente en el sector de San Isidro y Santa Isabel (Santiago Centro), donde realizamos parte de nuestro trabajo de campo que se extendió entre 2021 y 2023.

Mario ya regularizó su situación migratoria, pero el comercio ambulante informal sigue siendo su fuente de subsistencia. Su testimonio, como otros reunidos en nuestra investigación, muestra que el comercio callejero no es solo una respuesta ante situaciones de emergencia y nuevas incertidumbres. También constituye una estrategia de más largo plazo frente a las escasas oportunidades y diversas exclusiones que operan a nivel personal, local y estructural (Huang et al., 2018). Entre esas exclusiones figuran los obstáculos administrativos para regularizar la permanencia en Chile y la precariedad laboral. Datos recientes muestran que las personas migrantes tienen 26,6 % más de probabilidad de estar en una situación de precariedad laboral en comparación con personas ocupadas no migrantes (Durán y Sato, 2023). Aún más, las condiciones laborales precarias en el sector formal, por ejemplo, bajos sueldos y jornadas rígidas y extenuantes, que afectan a la población en general y migrante en particular (Stefoni et al, 2018), también hacen del comercio callejero una estrategia disponible para quienes buscan mejorar sus condiciones de vida.

Estos problemas suelen ser ignorados por un debate público muy parcial, que considera al comercio informal callejero como una fusión de migración, actividad delictual y comercio informal. Un ejemplo reciente es una nota aparecida el 27 de abril de 2023 en el matinal “Contigo en la mañana” de Chilevisión. El reportaje presentaba “La pequeña Caracas”, un espacio emplazado en un sector de la comuna de Estación Central. Esta zona era descrita como un territorio ocupado “por el comercio ambulante, el tráfico de drogas, fiestas clandestinas, armas y prostitución”, repitiendo una y otra vez imágenes de fuegos artificiales, operativos de la PDI y enfrentamientos con vendedores. El alcalde Felipe Muñoz enfatizaba: “como tú puedes ver acá, al menos el 95% de las personas que ejercen el comercio ambulante son personas que han llegado al país y han ingresado al país de forma irregular”. Afirmaciones similares existen en relación con el barrio Meiggs. Allí, los datos muestran un aumento de personas migrantes participando en el comercio callejero, alcanzando el 37,5%, no obstante, la población chilena sigue siendo predominante con un 62,5% de participación (CNC, 2022). Esa presentación y asociación conllevan una estigmatización no muy distinta a aquella que era más frecuente no hace mucho, cuando los medios de comunicación describían a algunas comunas del sur de Santiago como zonas habitadas por delincuentes.


“Sondeos recientes muestran que la participación de mujeres lidera el alza en el trabajo informal, con una participación en aumento que ha alcanzado el 28,9%” (INE, 2023)


En este sentido, nuestro trabajo no busca negar la coexistente de actividades ilícitas y el comercio callejero. De primera mano, hemos podido observar el despliegue de una serie de incivilidades[2], especialmente durante las noches. Vecinos y vecinas entrevistadas, tanto chilenas como migrantes, también acusan un aumento de la delincuencia en torno al comercio ambulante. No obstante, un análisis crítico no puede homogeneizar a todos quienes trabajan en este sector, ni reducir las relaciones de convivencia al conflicto y a la actividad delictual.

Al presentar al comercio ambulante como una problemática urbana “migrante”, se omite que éste ha jugado un rol importante (aunque ambivalente) en la incorporación laboral de un amplio espectro de habitantes. Las personas que participan en esta economía, así como sus trayectorias y motivaciones, son diversas. Distintas investigaciones han demostrado que el comercio ambulante constituye un ámbito productivo heterogéneo (Crossa, 2016). Como han señalado Matus y Montes para el caso chileno, la facilidad de acceso al comercio ambulante resulta particularmente importante para quienes suelen ser más excluidos en el mercado formal. Esto incluye a migrantes indocumentadas y también a personas con muy baja calificación y aquellas en situación de discapacidad (Matus y Montes, 2020). A estos perfiles, que observamos y entrevistamos en nuestra investigación, se suman personas de la tercera edad que buscan complementar sus pensiones o dar continuidad a una trayectoria laboral precaria.

La flexibilidad propia de este rubro es otra motivación para trabajar informalmente en la vía pública, lo cual incluye la libertad para decidir cuándo, cuánto, y dónde trabajar (Matus y Montes, 2020). Quienes necesitaban complementar ingresos fuera de la jornada laboral y quienes realizaban labores de cuidado dieron particular énfasis a estos aspectos. Aquí aparece un elemento invisibilizado o subestimado en los discursos acerca del trabajo ambulante y que en nuestro trabajo de campo ha sido evidente: la presencia de mujeres, quienes muchas veces están acompañadas por sus hijos e hijas, haciendo confluir actividades comerciales y de cuidado en el espacio público. De hecho, aun cuando no hay cifras que profundicen en el comercio callejero, sondeos recientes muestran que la participación de mujeres lidera el alza en el trabajo informal, con una participación en aumento que ha alcanzado el 28,9% (INE, 2023). Para muchas de estas mujeres, conjugar el trabajo en la calle con el cuidado familiar, sería una forma de enfrentar la falta de redes de apoyo en Chile (situación que afecta especialmente a migrantes recién llegadas) y la imposibilidad de costear servicios de cuidado remunerado.

Si bien el comercio ambulante está lejos de ser un campo homogéneo, es innegable que este ha sido una importante fuente de trabajo para muchas personas migrantes en general, e indocumentadas en particular. Ahora bien, es importante preguntarse por los procesos más amplios que inciden en ello. Si bien no hay datos específicos acerca de la participación de la población migrante en el comercio ambulante, sabemos que en los últimos 12 meses la población extranjera trabajando informalmente en Chile aumentó en un 7,7%, representando un 31,1% de la fuerza laboral informal (INE, 2023).

Un estudio reciente publicado por la Fundación Sol señala que las formas más efectivas de inserción laboral migrante entre los años 2017 y 2022 fueron el servicio de transporte (incluyendo servicios vinculados con aplicaciones móviles), el cual aumentó de 3,6% al 7,2%. También la oferta de servicios de comida en establecimientos formales y en el comercio informal callejero creció de un 9% a 11,7% en dicho periodo (Durán y Sato, 2023).

Estas tendencias no son ajenas al aumento de personas migrantes indocumentadas, muchas de las cuales ingresaron de manera irregular al país en un contexto de securitización de las fronteras, incluyendo la imposición de visas consulares a migrantes de Venezuela y Haití el año 2018 (Stefoni y Contreras, 2022; Stefoni et al, 2018). De hecho, mientras el 2017 se contabilizaban 2.905 ingresos de manera irregular, el 2021 esta cifra aumentó a 56.586 personas (SJM, 2022). En línea con lo expresado por Mario al inicio de esta columna, estar indocumentado y las dificultades para la regularización migratoria, han sido centrales en las trayectorias laborales de muchas personas migrantes que se desempeñan en el comercio ambulante.


“En torno al comercio callejero también se despliegan formas de convivencia que denotan familiaridad y cooperación. Esto incluye interacciones entre comerciantes migrantes, y entre comerciantes y residentes.”


En medio de discursos que destacan el conflicto y formas de criminalidad social, cabe destacar que en torno al comercio callejero también se despliegan formas de convivencia que denotan familiaridad y cooperación. Esto incluye interacciones entre comerciantes migrantes, y entre comerciantes y residentes. Así lo refleja Alejandrina, vendedora ambulante de alimentos venezolana, quien vive en el sector de San Isidro hace 4 años: “la mayoría somos venezolanos. Por allá está el señor que es chileno que vende sopaipillas, pastelitos… aquí todos nos saludamos, nos apoyamos… todos somos compañeros”. La mujer describe como prácticas comunes el préstamo de insumos y cambio de efectivo entre comerciantes. Topacia, una mujer peruana quien lleva 27 años en Chile, y trabajaba vendiendo jugos naturales y frutas en una esquina bien concurrida, mostraba y describía una buena relación con su entorno social. Era habitual verla conversando y compartiendo con trabajadores y trabajadoras del aseo municipal. Cuando la visitamos, nos contó que tenía buen trato con los trabajadores y vecinos de su entorno. Esto lo pudimos ver en cómo el personal del edificio ubicado al costado de su negocio le facilitaba el baño de sus dependencias y cómo guardaba con ellos una relación de cordialidad cotidiana. Al contrario de lo que uno podría suponer desde una mirada más prejuiciosa, las relaciones de amabilidad entre vendedores ambulantes y los trabajadores de sus entornos barriales se repetía en otros casos de comerciantes del sector. No ocurría en todos los casos, pero no era una cuestión meramente excepcional.

En nuestra investigación también observamos encuentros y relaciones de familiaridad entre comerciantes y personas chilenas, muchas de ellas clientes habituales. Una pareja de jóvenes chilenos, con quienes pudimos conversar compartiendo una mesa instalada en una plazoleta junto a varios carros de comida, describían el comercio ambulante como un rubro atractivo, económicamente accesible y expresión de las ganas de trabajar de la población migrante. No obstante, recalcaban también su reputación ambigua en la zona, y las tensiones que el comercio callejero generaba a nivel barrial. Una de ellas, una profesora chilena, reflexionaba sobre estas tensiones: 

“Hay como dos corrientes. Personas que se oponen totalmente a que el espacio público sea usado de esta forma y otras personas que sí les agrada… hicieron un reportaje sobre eso, que los vecinos siempre reclamaban porque estaban hasta las dos o tres de la mañana con carrete, porque, pa’ que estamos con cosas, la mayoría de los extranjeros son bochincheros. A mí no me da cosa decirlo. Pero la mayoría acá tiene buena vida, por esto (dice mirando los carritos de comida), porque ellos se esfuerzan bastante para disfrutar.”

Por último, es importante notar que no todas las personas que participan en el comercio callejero proyectan sus trayectorias laborales en la informalidad. Parte de quienes han trabajado en el comercio callejero informal, entre ellas personas chilenas y migrantes, han logrado regularizar sus negocios. Este es, por ejemplo, el caso de una pareja venezolana que llevaba 5 años en Chile cuando la entrevistamos. Tomaza, nos contaba que su esposo era panadero en Venezuela. Relataba orgullosa como pasaron de trabajar en la calle a tener su propia panadería: “Sí, es que empezamos vendiendo por los edificios, después salimos a la calle en febrero y ahí nuestra meta fue montar algo o emprender…  Entonces ya vamos a llegar al punto en que la gente nos conoce en el local”.

Topacia, la vendedora de jugos naturales y frutas mencionada más arriba también formalizó su puesto ubicado en la vía pública. Luego de varios años pudo ahorrar y comprar por sus propios medios un carro que cumplía con ciertas condiciones para acceder a un permiso municipal. Restaurantes bien conocidos en la zona, también tienen en su relato fundacional el comercio inicial de sus productos en la vía pública. Si bien, no podemos decir que esta sea una situación generalizada ni exenta de obstáculos, el comercio ambulante informal también puede constituirse como un primer paso hacia una mayor estabilidad económica fuera del estigma de la “ilegalidad”.

Estas distintas reflexiones, observaciones y relatos nos invitan a complejizar los estereotipos y a examinar el comercio ambulante informal como un campo de inclusión diferencial, ambivalente y heterogéneo. Aun cuando en los últimos años han existido transformaciones que han expandido la oferta, formatos y lugares de venta, tornándose así más visible en la ciudad, con situaciones que conllevan actividades ilícitas, el comercio informal de la vía pública está lejos de ser un asunto netamente migrante y emergente.

Presente en la ciudad a lo largo de la historia reciente del país, el comercio ambulante constituye un fenómeno social, económico y cultural de larga data en las ciudades latinoamericanas (Crossa, 2016; Perelman, 2018). En Chile, el comercio ambulante minorista ha sido una forma de autoempleo con una vasta trayectoria, presente (bajo distintas formas y grados de legitimidad) en diversos centros urbanos. Así, aquellos discursos que reducen el comercio informal ambulante a sus expresiones más críticas y estereotipadas, y que lo circunscriben como una práctica específica de ciertos sujetos o grupos sociales, invisibilizan su heterogeneidad, subestima las condiciones precarias existentes en el mercado laboral formal en el país y omiten las consecuencias de un régimen migratorio que reproduce la irregularidad.

La persistencia del comercio callejero en nuestras urbes nos insta a problematizar detenidamente su evolución como una dinámica social que incorpora y a la vez relega a distintos grupos e individuos, que potencia y al mismo tiempo limita las posibilidades de inserción de una parte de la población; y que deja en evidencia los problemas estructurales que sostienen, reproducen y perpetúan el vínculo entre migración, precariedad laboral, exclusión e informalidad.

NOTAS Y REFERENCIAS

[1] Proyecto FONDECYT (N°11201175) “Nuevas dinámicas de coexistencia en un contexto de diversificación etnonacional: migrantes establecidos y recién llegados en zonas residenciales urbanas diversas”

[2] Bonotti y Zech (2021) identifican dos dimensiones de las civilidades como formas de regulación normativa del comportamiento social: por un lado, las distintas normas interaccionales referidas a los modales, al respeto mutuo, la consideración por los demás y por la buena convivencia en un entorno. Por otro lado, se refieren al respeto a las libertades y la igualdad cívica de los demás, evitando comportamientos discriminatorios y sectaristas.


Referencias

Bonotti, M., Zech, S.T. (2021). Understanding Civility. In: Recovering Civility during COVID-19. Palgrave Macmillan, Singapore. https://doi.org/10.1007/978-981-33-6706-7_2

Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo de Chile (2022). Estudio Piloto de Caracterización del Comercio Ambulante No Autorizado en el Barrio Meiggs. Agosto. Observatorio del Comercio Ilícito.

Crossa, V. (2016). Reading for difference on the street: De-homogenising street vending in Mexico City. Urban Studies, 53(2), 287-301. https://doi.org/10.1177/0042098014563471

De Souza, M. V., & Bustos, A. (2017). El comercio informal de calle en las comunas Santiago y Concepción. Urbano20(35), 58–73. https://doi.org/10.22320/07183607.2017.20.35.05

Durán, G., y Sato, A. (2023). Trabajo y Migración Inserción laboral y valor de la fuerza de trabajo en la población migrante. Documento de Trabajo Fundación Sol, julio de 2023. Ver en: https://www.ciperchile.cl/wp-content/uploads/Trabajo-y-Migracio%CC%81n__Fundacio%CC%81n-Sol.pdf

Huang, G., Zhang, H., & Xue, D. (2018). Beyond unemployment: Informal employment and heterogeneous motivations for participating in street vending in present-day China. Urban Studies, 55, 2743 – 2761. https://doi.org/10.1177/0042098017722738.

Instituto Nacional de Estadísticas (INE). (2023). BOLETÍN ESTADÍSTICO: INFORMALIDAD LABORAL (Edición n◦22).

Instituto Nacional de Estadísticas (INE). BOLETÍN ESTADÍSTICO: EMPLEO POBLACIÓN EXTRANJERA. (Noviembre 2022- enero 2023).

Matus, C., y Montes, M. (2020). “Comercio informal en Santiago. Pistas etnográficas para el reconocimiento de una práctica urbana”. Planeo, Planificación, Gestión y Gobernanza, 83.

Servicio Jesuita a Migrantes (SJM). (2022). Migración en Chile. Lecciones y desafíos para los próximos años: Balance de la Movilidad Humana en Chile 2018 – 2022 (3). Santiago, Chile. Recuperado de https://www.migracionenchile.cl/publicaciones

Stefoni Espinoza, Carolina, Lube Guizardi, Menara, Gonzálvez Torralbo, Herminia. (2018). La construcción política de la frontera. Entre los discursos nacionalistas y la “producción” de trabajadores precarios. Polis (Santiago)17(51), 137-162. https://dx.doi.org/10.32735/s0718-6568/2018-n51-1353

Stefoni, C., & Contreras, D. (2022). Situación migratoria en Chile: Tendencias y respuestas de política en el período 2000-2021 (SERIE DE DOCUMENTOS DE POLÍTICA PÚBLICA PNUD LAC PDS No. 32; Elementos para entender los retos de la migración). PNUD América Latina y el Caribe. https://www.undp.org/sites/g/files/zskgke326/files/2022-10/PNUDLAC-working-paper-32-Chile-ES.pdf

OIT Cono Sur. (2022). Informalidad laboral en tiempos de la COVID-19: Análisis del mercado laboral chileno [Informes Técnicos]. Organización Internacional del Trabajo.

Perelman, M. D. (2018). Disputas en torno al espacio público en Buenos Aires. Caderno CRH, 31(82), 87-98. https://doi.org/10.1590/s0103-49792018000100006

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