Somos un caso de estudio mundial por la disminución dramática de los nacimientos. Para explicar este fenómeno, la investigación se ha concentrado en las razones de las mujeres. Aquí por primera vez hablan hombres: 20 santiaguinos de entre 30 y 45 años que se operaron para no tener hijos.
En Chile, cada año nacen menos niños. La Tasa Global de Fecundidad, que es el número promedio de hijos por mujer al finalizar su vida fértil, ha disminuido drásticamente a 1,17 (INE, 2024). Esta tasa es la más baja de América y una de las más bajas a nivel mundial. La cifra además está muy por debajo de la tasa de reemplazo que se necesita para que la población se mantenga estable a lo largo del tiempo: 2,1. Otras estadísticas dan cuenta de la profundización de esta tendencia. En junio pasado, por ejemplo, se contabilizaron 10.561 nacimientos: 4.196 menos que el mismo mes del año anterior, lo que se traduce en una disminución del 28,4% (INE, 2024). A nivel mundial, Chile hoy está al mismo nivel de países que históricamente han liderado el descenso de la fecundidad, como Corea del Sur, Hong Kong, Taiwán, Japón, España e Italia.
A la hora de documentar las razones de este fenómeno, la mayoría de las explicaciones se han centrado en las intenciones y prácticas reproductivas de las mujeres. Tanto la investigación académica como el debate público han dejado afuera el componente masculino (Inhorn et al., 2009). Esta columna muestra los resultados de una investigación que busca llenar ese vacío. Al igual que ocurre con las mujeres, hoy muchos hombres están decidiendo no tener hijos, pero sabemos muy poco sobre el porqué. Entender las visiones y experiencias de los hombres en torno a la familia y la parentalidad es esencial para comprender el drástico descenso de la fecundidad que está viviendo el país.
Esta columna es la continuación de una primera entrega donde abordamos las razones por las cuales las mujeres en Chile no quieren tener hijos. En esa columna, identificamos cambios históricos y explicaciones clásicas al fenómeno, como la masificación del uso de la píldora anticonceptiva; la entrada creciente de la mujeres al mercado laboral, y el “castigo” que representa tener hijos cuando se está desarrollando una carrera profesional. Mostramos también cambios culturales y sociales más recientes y poco explorados. Por ejemplo, el que para muchas mujeres chilenas el ser madre dejó de ser una condición de identidad. O el peso que tenía la historia de sus propias madres, muchas de las cuales se hicieron cargo solas de la crianza, cuestión que las hijas no querían repetir. Por último, documentamos cómo la precarización de la vida y la falta de seguridad sobre los ingresos influyen en la decisión de ellas de no tener hijos, pues no saben si podrán darles todo lo que necesitan.
En el caso de los hombres, mostraremos primero el aumento en la realización de vasectomías, que es el procedimiento quirúrgico que les permite esterilizarse para no tener hijos. Luego presentaremos las razones que ellos dan para someterse a ese procedimiento. En general, predomina una necesidad de conservar la libertad y mantener un control de su vida y sus posibilidades. Pero a ellos también les pesan los cambios culturales: hoy se espera que el padre no solo contribuya económicamente, sino que sea un soporte emocional, y muchos no se sienten preparados para ello. Por último, al igual que las mujeres, los hombres sienten que en Chile, sin ingresos suficientes, es inviable tener hijos, pues todo se paga y el destino de hijos e hijas está demasiado determinado por las circunstancias económicas de cada uno.

800% MÁS DE VASECTOMÍAS
La vasectomía es un método permanente de anticoncepción quirúrgica masculina. Consiste en la oclusión bilateral de los conductos deferentes para que el semen quede libre de espermatozoides (OMS, 1994; MINSAL, 2018). La vasectomía es una cirugía menor que puede realizarse de forma ambulatoria, con anestesia local y que no requiere un pabellón quirúrgico (MINSAL, 2018). Como método de esterilización y anticoncepción, la vasectomía es altamente efectiva, con una eficacia del 99% en la prevención del embarazo (OMS, 1994). En comparación con la esterilización femenina, la vasectomía es un procedimiento más simple y seguro, de menor costo y con menos riesgos para la salud a corto y largo plazo (MINSAL, 2018; Shih et al. 2011).
Hasta hace algunos años, la vasectomía era una práctica marginal del sistema público de salud en Chile. En 2012, por ejemplo, se realizaron solo 26 vasectomías (MINSAL, 2018), un número bajísimo comparado con las 16.752 esterilizaciones femeninas registradas ese mismo año. Sin embargo, en la última década, las vasectomías se han consolidado con una tendencia al alza. Datos del MINSAL (2023) muestran que el número de vasectomías en Chile aumentó un 887% en diez años, pasando de 768 en 2013 a 7.580 en 2023.
Tabla 1
Total de intervenciones quirúrgicas de vasectomía registradas en los establecimientos hospitalarios, según dependencia al Sistema Nacional de Servicios de Salud, SNSS.

Fuente: Resumen Estadístico Mensual 2013-2023, MINSAL.
Los datos disponibles de vasectomía sólo están desagregados por región y seguro de salud, por lo que no es posible saber con exactitud cuántos hombres de los que se hacen el procedimiento ya son padres. Sin embargo, es posible deducir que un número cada vez mayor de hombres sin hijos está recurriendo al procedimiento. Y es que hoy cada vez menos jóvenes se proyectan como padres. Según datos del Instituto Nacional de la Juventud (2023), más de un 35% de los hombres que tienen entre 15 y 29 años, sin hijos, declara no querer ser padre. Frente al aumento de la demanda, tanto Fonasa como las Isapres han creado planes para que los hombres tengan acceso a este procedimiento. Desde noviembre de 2021, por ejemplo, los pacientes de Fonasa pueden realizarse la vasectomía a través del Bono PAD, que cubre completamente los costos de atención

ME GUSTA SER LIBRE
Entre junio y agosto de 2023, entrevistamos a 20 hombres de clase media, de entre 30 y 45 años, que viven en Santiago, para comprender sus ideas sobre ser hombre, ser padres y la experiencia de realizarse una vasectomía (ver nota metodológica para características y limitaciones del estudio). La mayoría de los entrevistados optan por esterilizarse a través de la vasectomía para vivir una sexualidad plena sin el riesgo de embarazo y, por lo tanto, sin tener que asumir la responsabilidad de una paternidad no esperada.
Agustín (44) es diseñador, trabaja en una empresa multinacional, está soltero y vive solo. Para él la vasectomía es “un plus”. Puede vivir su sexualidad sin preocuparse por posibles embarazos y además puede liberar a sus parejas de la responsabilidad de tomar anticonceptivos. Para Agustín, como para otros participantes del estudio, una de las principales razones para no tener hijos es que la paternidad es incompatible con sus intereses y proyectos. Esta incompatibilidad la observa en las vidas de sus amigos que son padres: “Disfruto mucho mi vida individual. También veo el estilo de vida que llevan mis amigos con hijos, y me di cuenta que no quiero eso para mí”.
Para muchos de los entrevistados, la paternidad está asociada a altos costos y sacrificios en distintos ámbitos de la vida como el trabajo, la vida social, la vida de pareja y el tiempo libre. Esta es la visión de Alejandro (33), productor visual, para quien la imagen de la paternidad es una en que “los papás no duermen […], no descansan, no pueden hacer planes, no viajan, no tienen amistades, no tienen ocio, no tienen nada de eso, como que su vida […] finalmente gira en torno a su hijo”.
En gran parte, el rechazo al ser padres se explica por la percepción de que tener hijos no es compatible con llevar adelante planes, proyectos y actividades que entregan altos niveles de felicidad, satisfacción y realización personal. Esto se refleja claramente en las razones por las cuales Benjamín (36), abogado y soltero, decidió hacerse una vasectomía:
“Yo tengo otros proyectos de vida, viajar, ir afuera, y si me quiero cambiar de trabajo, renuncio […]. Entonces, eso es súper importante, ¿por qué no quiero tener hijos? Porque me gusta ser libre”.
Así, el tener hijos se lee como una pérdida de libertad, algo que Gabriel (32), un hombre de clase media baja que trabaja realizando talleres, resume como: “Tienes que anteponer sus intereses a los tuyos”. Maximiliano (32), ingeniero y casado, también siente que sus hobbies e intereses personales no son compatibles con tener un hijo:
“Tengo gustos que no son, no son pa’ tener un cabro chico al lado la verdad. Me gusta jugar Play [station], me gusta andar en moto, me gusta salir con mi señora, pasarla bien, gastar la plata en comida, gastar, pero no, no, no. Somos incompatibles con los niños la verdad”.
Maximiliano, quien además trabaja en el área de la salud sexual y reproductiva masculina, considera que el ser hombre no tiene que ver con ser padre. Esta perspectiva refuerza su decisión de no tener hijos, la cual considera un reflejo de su “naturaleza”: “Personalmente, no estoy hecho para tener hijos, no tengo una construcción mental para tener hijos, tengo un espíritu libre (risas)”. Según Maximiliano, la decisión de realizarse una vasectomía le permite seguir viviendo una vida para sí:
“Cuando eres padre, ya una parte de ti no es pa’ ti, es para él, o sea ‘oh, no voy a ir tan rápido en la moto, no, porque mi hijo está esperando’, ‘oh, no, no nos vamos a ir a comer esa hamburguesa, mejor comprémosle ropa al niño’. Siento que ahí ya perdiste—quizás soy muy egocéntrico y muy narcisista—pero ya perdiste una parte tuya que no vas a volver a recuperar nunca más, y vas a vivir preocupado toda tu vida, desde el momento que nace hasta que tú te mueras”.
Los entrevistados reconocen que hoy Chile se ha vuelto un contexto social en el que crecientemente se cuestionan las asimetrías en el ámbito reproductivo y se demanda que los hombres asuman de manera más activa parte de los roles y responsabilidades asociados a la crianza y el cuidado de los hijos. Así lo percibe Rodrigo (35), técnico en administración logística:
“[El hombre] se ha involucrado más en el cumpleaños, en las enfermedades, en las idas al doctor (…). El hombre también tiene que preocuparse de las enfermedades de los niños, y no simplemente dejar las lucas pa’ que vayan al consultorio o a la clínica. Creo que ha ido cambiando las cosas, el hombre se ha metido más en la casa”.
Frente a estas mayores demandas y expectativas asociadas al rol de padre, empieza a emerger con fuerza el imaginario de la paternidad como una pérdida de libertad y un sacrificio de los intereses y proyectos propios. Esta es una de las principales razones por las cuales hoy muchos hombres chilenos están decidiendo no tener hijos. Pero no es la única.
NO HAY TIEMPO PARA LOS HIJOS
La falta de tiempo es otra de las razones que lleva a muchos hombres chilenos a optar por no tener hijos. Alejándose de la imagen del hombre que busca exclusivamente su satisfacción y realización personal, varios participantes sostienen que no quieren ser padres porque no serían capaces de brindar a sus hijos la atención y el tiempo que necesitan. Para Joaquín (33), ingeniero agrónomo, el tener tiempo para la familia y los hijos es fundamental para la paternidad: “Creo que, si voy a ser papá, lo más importante sería tener la opción de, de verdad, dedicarle tiempo a un niño”.
Para muchos de los entrevistados, la falta de tiempo para la crianza y el cuidado de los hijos es la consecuencia de extensas jornadas laborales en un contexto social en el que hay que trabajar mucho para poder mantener el estándar de vida. Por ejemplo, Matías (42), profesor dedicado a la investigación, plantea que con su pareja tuvieron numerosas discusiones sobre la posibilidad de tener hijos, pues tenían planes de viajar fuera de Chile. Matías explica que, si hubiese vivido en Europa, donde las condiciones para criar hijos son más favorables y seguras, quizás habría considerado la posibilidad de ser padre:
“Con [mi pareja] hablábamos de que, claro, [si] hubiésemos tenido un hijo o una hija, probablemente no lo hubiésemos visto nunca, porque hubiésemos estado tratando de darle lo mejor, lo cual hubiese implicado trabajar un montón, y al final es como un círculo […]. Entonces, claro, especialmente en educación, salud, acá en Chile es caro, entonces se hace, y uno quiere tratar de darle lo mejor dentro de lo que puede […]. Todo eso implica trabajar más y ver menos al niño o la niña”.
Esta falta de tiempo se va agravada en el contexto de la ausencia de una red de apoyo para la crianza y el cuidado de los hijos. Como señala Matías (44): “Acá en Chile la red de apoyo del Estado o de la sociedad casi no existe, no como en otras partes”. Dado que el cuidado infantil en Chile recae principalmente sobre las familias, quienes no cuentan con el respaldo de los suyos consideran casi imposible asumir la paternidad.
ES DIFÍCIL SER BUEN PADRE
Frente al aumento de las exigencias en torno a la crianza y el cuidado de los hijos, hoy muchos hombres manifiestan mayores inseguridades en torno a poder ser buenos padres. Las crecientes demandas impuestas por la ideología de la parentalidad intensiva se entrelazan con mayores demandas sociales de corresponsabilidad familiar, imponiendo desafíos que muchos no se sienten capaces de cumplir. Hoy la paternidad exige nuevas habilidades y competencias como, por ejemplo, un mayor involucramiento en la dimensión emocional y afectiva de la crianza, algo que algunos dudan poder lograr. Francisco (30) plantea que no quiere tener hijos porque no se siente preparado para ser un buen padre:
“Pa’ ser papá hay que estar en todo sentido, ¿cachai?, porque claro, si es solo como pa’ poner la plata, hasta que tenga 70 años podría adoptar cabros chicos, mientras estén las lucas pa’ que tenga todo lo que necesite, pero ser papá es mucho más que eso […]. Uno no tiene herramientas como papá […]. Herramientas emocionales, saber contener, saber dialogar, saber que uno es el papá. Y que, por ejemplo, no sé po’, si el cabro tiene una crisis, el cabro no puede regular esa crisis, uno no le puede pedir que se calme o pegarle pa’ que se calme”.
Para Diego (33), quien se dedica a la investigación y la docencia, la decisión de no tener hijos está estrechamente ligada al cuestionamiento de su capacidad para poder dar una crianza adecuada a sus hijos. Una crianza que implica una dedicación emocional y afectiva significativa. Reflexionando sobre su propia experiencia de crianza, Diego comenta:
“Pa’ mí no es tenerlo, o sea, todo el punto de tener un hijo es darle una crianza, una relación que valga la pena, ¿no? […]. Es darle cariño, formarla en todo sentido ¿no? No enseñarle matemáticas solamente, sino educarla, quererla, amarla, cuidarla y hacerle alegre la vida […]. Yo tuve suerte. Mi mamá pudo dejar de trabajar 5 años pa’ criarme, entonces estuve con ella todos los días hasta que entré al colegio, […]. Pero yo no puedo darle eso a un hijo; si pudiera, lo pensaría”.
Aunque Ignacio (33), quien trabaja en el sector público y cursa un posgrado, tomó la decisión de hacerse una vasectomía y no tener hijos como un acto de responsabilidad personal y social, también reflexiona sobre cómo sus condiciones de vida actuales limitan su posibilidad de ser un “buen padre”. En un contexto en el que han aumentado de manera importante los estándares y las exigencias asociadas a la crianza de los hijos, Ignacio comenta que no tiene las condiciones para garantizar el piso mínimo para el buen cuidado de sus hijos y que, por lo tanto, no se siente preparado para ser un buen padre:
“Es más complicado porque hoy día el nivel de expectativa que hay de la vida, el nivel de estilo de vida es muy distinto del cual yo fui criado […] Antes, mientras hubiese comida y educación, y techo […]. Hoy día sí o sí tenís que llevar a los niños al psicólogo, tenís que ponerle, no sé… profe de matemática, no sé po’ […]”
En este sentido, concluye Francisco (30): “No creo tener las herramientas, la paciencia ni la templanza pa’ ser buen papá. Y yo no pagaría por las consecuencias de eso, las pagaría ese hijo, no sería justo”.
LA PLATA NO ALCANZA
Una de las principales razones por las cuales los hombres deciden no tener hijos es la falta de seguridad financiera. Sebastián (45) dice que tendría hijos, si supera que va a recibir “una herencia de mucha plata”. De la misma manera, frente a la pregunta de en qué condiciones consideraría revertir su vasectomía, Joaquín (33) menciona: “No compro el Kino, pero ganármelo”.
Y es que hoy tener hijos representa una carga económica muy grande. Como plantea Tomás (32): “Colegio, ropa, pañales […]. Todo es un gasto, es una persona extra que tienes que cuidar, que viene con todos sus gastos de persona extra, y tú tení que encargarte de todo eso, porque él no se puede encargar”.
Este desafío no solo es personal, sino que alude también a las condiciones estructurales que ofrece la sociedad chilena para tener hijos. Entre ellas, el elevado costo de la vivienda y la imposibilidad del sueño de la casa propia destacan como obstáculos clave para aquellos que desean formar una familia. Martín (32), ingeniero comercial y casado desde hace 10 años, comenta:
“Un porcentaje muy restringido [de la población chilena] tiene opción de comprar casa propia, que es… yo creo que es vital para tener una familia […]. Y tengo que buscar un departamento o una casa que tenga las habitaciones necesarias, que tenga el espacio necesario, que tenga, no sé, acceso a transporte público; son variables que no puedo controlar y que al mismo tiempo son muy necesarias al momento de tener una familia más extensa, con hijos”.
Además de la vivienda, también está la preocupación por los costos asociados al cuidado de los hijos. Francisco (30) explica cómo los gastos diarios o aquellos impredecibles pueden volverse abrumadores y constituyen una consideración importante al momento de tomar la decisión: “Una hospitalización, ropa, alimento, si es que la guagua tiene alguna enfermedad, tratamientos médicos, y acá [en Chile] la salud es súper cara”.
En este sentido, la inseguridad económica y habitacional constituyen obstáculos que impiden a muchos participantes considerar la posibilidad de tener hijos. La precariedad laboral y la inestabilidad financiera son realidades con las que conviven diariamente y que limitan sus aspiraciones en torno a ampliar su familia. Como señala Sebastián (45): “Estoy arrendando, no sé si voy a tener pega, a duras penas llego yo a fin de mes, ¿cómo voy a hacer pa’ alimentar otra boca?”.
En general, los participantes son conscientes y reflexionan críticamente sobre los altos costos de vida en Chile y de la baja cobertura de seguridad social. Este escenario sobrecarga las responsabilidades asociadas a la paternidad y lleva a muchos a tomar la decisión de no tener hijos porque, simplemente, la plata no alcanza. Francisco (30), abogado, lo resume así:
“El costo de la vida acá es súper alto y se gana poca plata […] Más de la mitad de la población gana menos de 500 lucas, y no sé po’, unos pañales ya te salen como 20, 25 lucas, las visitas al médico, sala cuna, si los padres trabajan o si el padre que tiene que hacerse cargo trabaja y no tiene quién cuidarlo, sala cuna, ¿cachai? Caro, muchas cosas, los alimentos especiales, mira, imagínate, […] la guagua le sale con una alergia, más caro todavía. Entonces no, mucho costo, mucho costo y la plata no alcanza”.
La percepción de que el entorno económico en Chile es restrictivo y desalentador para formar familia es compartida por varios de los entrevistados. Los altos costos de vida, sumados a la precariedad laboral y los bajos salarios, generan una sensación de imposibilidad para construir un futuro familiar en el que haya hijos. Los hombres también apuntan a las desigualdades sociales y económicas que marcan la vida en Chile. En este sentido, Ignacio (33) resalta cómo el contexto cultural y estructural del país hace que tener hijos pueda percibirse como una carga injusta:
“[Chile] es un país que no te garantiza nada […]. Tiene que ver con un problema más bien cultural, no con un problema legal, y sí, yo creo que la desventaja es que, eh, los espacios seguros y de respeto son de nicho, no son transversales a la sociedad chilena. […]. Yo creo que tiene que ver con que las posibilidades de desarrollo de un niño o de una niña, dependen exclusivamente de las condiciones económicas que le pueda entregar la familia y eso está mal”.
COMPRAR TRANQUILIDAD
La pregunta por los hijos es también una pregunta sobre el futuro. Hoy muchos hombres perciben el futuro con preocupación e incertidumbre, lo que afecta su decisión sobre convertirse en padres. Crisis climática, sobrepoblación, desastres naturales, guerras, inflación, pandemia, inteligencia artificial, delincuencia y funas, entre otros, son algunos de los motivos por los cuales los hombres señalan que no sería justo ni seguro traer hijos al mundo.
Felipe (28) es vegetariano, contador auditor y trabaja en una empresa. Plantea que el cambio climático jugó un papel crucial en su decisión de realizarse una vasectomía para no tener hijos. Cree que al no traer otro ser humano al planeta, contribuye “con su granito de arena” a la causa ambiental:
“Sobrepoblación, cambio climático […]. Como que igual sería fome traer a alguien a luchar por tener agua, no sé, o a vivir en veranos de 50 grados […]. Trato de involucrarme un poco más en… si puedo poner mi granito de arena pa’ que el mundo dure cinco minutos más, sí, algo se puede hacer”.
Una visión distópica del futuro es también la que tiene Alejandro (33). Frente a condiciones sociales, económicas, políticas y medioambientales que percibe como de alta incertidumbre y precariedad, considera que es una irresponsabilidad traer un hijo al mundo:
“No tení nada garantizado. Como que lo vay a traer a un planeta que viene contaminado, lo traí a un lugar en donde las oportunidades son escasas, lo traí a un mundo que como que viene muy dañado por otras generaciones. Entonces como que siento yo que esos son muchos contras a la hora de ser padre, es como que ¿a qué lo vay a traer realmente? […]. La misma sociedad ha llevado y ha generado como un mundo ordinario que no es grato realmente para los niños, ¿me entendí? O sea, son guerras comerciales, son burbujas inmobiliarias, o sea, no pueden comprar casa nunca, ¿cachai? Traen problemas de geopolítica […], no sé, los daños medioambientales”.
Tomás (32) también se suma a la preocupación generalizada por el deterioro del mundo, destacando el ritmo acelerado de los cambios y la falta de soluciones a los problemas globales, lo que lo lleva a cuestionar la responsabilidad de traer hijos a este mundo:
“El mundo está cambiando a un ritmo aceleradísimo. Hoy en día, la vida está difícil […]. Bueno, el mundo se está muriendo […]. ¿Qué mundo les estamos entregando a los niños, cachai? Un mundo donde ya, por lo que he notado, lo que se ha dicho, como que ya no hay vuelta atrás”.
Cristóbal (43), técnico en refrigeración industrial, también mira el futuro de manera pesimista y menciona que esa mirada influyó en la decisión de hacerse una vasectomía:
“Siento que no es un buen momento para tener hijos y ser padre […]. Probablemente, en 30 años, se acaben las abejas, se acabe la comida y se acabe el agua potable, entonces traer a un hijo ahora pa’ que vea cómo se acaba el mundo y cómo nos peleamos por un poco de agua, injusto”.
Frente a estos futuros distópicos e inciertos, encontrar tranquilidad se vuelve un desafío. Maximiliano (32) no duda en afirmar que no revertiría su vasectomía bajo ninguna circunstancia, ya que el no ser padre le otorga una sensación de tranquilidad que no está dispuesto a tranzar. Maximiliano menciona que la pandemia y la incertidumbre del futuro jugaron un papel significativo en su decisión de hacerse la vasectomía. Al preguntarle cómo imagina su futuro sin hijos, describe:
“Tranquilo, tranquilo, totalmente tranquilo, o sea, con mis preocupaciones, con las preocupaciones de mi pareja, nada más. Y ojalá en el Caribe con una piña colada, sin niños. Pero sí, sobre todo tranquilidad, si eso es… eso es lo que compré con la vasectomía, tranquilidad. Impagable la tranquilidad”.
En Chile, profundas transformaciones sociales, culturales y económicas están redefiniendo las decisiones sobre la paternidad. Los testimonios de hombres chilenos que han optado por la vasectomía muestran que la búsqueda de libertad, placer, tiempo y dinero para sí son factores importantes para explicar por qué ellos no quieren ser padres. Sin embargo, la falta de tiempo, el temor a no poder ser un buen padre, costos de vida inalcanzables y un futuro incierto emergen también como razones centrales que explican por qué ellos ya no quieren tener hijos. Las experiencias de vasectomía de los hombres que discutimos en esta columna no son sólo testimonios de decisiones individuales sobre ser padres. Son también el diagnóstico de una época caracterizada por cambios culturales asociados a mayores aspiraciones de autonomía y autorrealización, pero también por una infertilidad estructural donde no existen las condiciones sociales, políticas, económicas y ambientales para tener hijos.
NOTA METODOLÓGICA
Los hallazgos que discutimos en esta columna son parte del primer estudio sobre las experiencias de vasectomía de hombres chilenos y entregan una perspectiva única para comprender cómo ellos están entendiendo y viviendo hoy la paternidad. El carácter exploratorio y cualitativo del estudio significa que sus hallazgos no pueden ser interpretados de manera causal para explicar el drástico descenso de la natalidad en el país. Más bien, lo que se entrega son antecedentes empíricos inéditos para entender una de las tendencias reproductivas emergentes en la sociedad chilena que contribuye a la baja natalidad: el aumento de personas adultas que deciden no tener hijos. De esta manera, esta columna revela también porqué el ser padre, un rol históricamente asociado al ser hombre y a la masculinidad, es cada vez más cuestionado entre los hombres chilenos.
NOTAS Y REFERENCIAS
Inhorn, M., Tjornhoj-Thomsen, T. y Goldberg, H. (2009). Reconceiving the Second Sex: Men, Masculinity, and Reproduction. New York: Berghahn Books.
Instituto Nacional de Estadísticas (2024). Tasa Global de Fecundidad. https://www.ine.gob.cl/estadisticas/sociales/demografia-y-vitales
Instituto Nacional de la Juventud. (2023). 10ma Encuesta Nacional de Juventudes. https://www.injuv.gob.cl/encuestanacionaldejuventud
Ministerio de Salud (2024). Resumen Estadístico Mensual 2013-2023. Santiago: MINSAL.
Ministerio de Salud (2018). Normas Nacionales sobre Regulación de la Fertilidad. Santiago: MINSAL.
Organización Mundial de la Salud. (1994). Vasectomía: lo que deben saber los agentes de salud. Ginebra: OMS.
Shih, G., Turok D. K., y Parker W. J. (2011). Vasectomy: the other (better) form of sterilization. Contraception 83(4): 310-315. https://doi.org/10.1016/j.contraception.2010.08.019


Martina Yopo Díaz
Loreto Watkins
Lo «divertido» va a ser cuando a ese machista la «señora» le diga que lo deja porque no quiere con ella evolucionar y crear una nueva familia. Cuando se quede mayor y solo ¿qué hará? ¿Quien le va a pagar la pensión: el hijo que no tuvo?
Esta es la visión de mundo y paternidad que nos trajo a este punto. Gran ejemplo de egoísmo e injusticia intergeneracional.
La noción de que hay que tener hijos para que sean compañía en la vejez o que corran con tus gastos es instrumentalizante.
Por otro lado, si la sra. quiere un hijo y lo deja es por una decisión que él tomó a consciencia y queda hacerse cargo de ella.
El miedo a la soledad es la peor razón tanto para estar en una relación como para traer hijos al mundo.
¿Qué hubiera pasado si sus padres hubieran tenido su misma visión de vida?, básicamente no existirían. Me parece mas un signo de debilidad mental y carencias económicas.
Excelente artículo, ofrece evidencia elocuente de un sistema social fallido que no ofrece seguridad social a pesar de desangrar diariamente a los trabajadores y trabajadoras. Literalmente muchas personas nacen y mueren en la precariedad, lo que es profundamente injusto. Me anoto con una vasectomía!
No cabe duda que el neoliberalismo ha creado un chileno inseguro, inmaduro, edonista, egocentrico, aspiracional, con alto grado de incertidumbre, logro, y soledad.
Hago mías todas las razones expuestas en el artículo, y las considero absolutamente válidas. No tenemos obligación alguna de traer gente al mundo. Si estamos acá, pasémosla bien y vivamos sin preocupaciones.