Ver la desigualdad cotidianamente hace que las personas la toleren menos y por lo tanto apoyen políticas redistributivas, como el aumento de los impuestos, muestra un estudio longitudinal realizado en Chile.
Chile es uno de los países más desiguales del mundo a nivel de ingresos. Un estudio reciente del economista Ignacio Flores muestra que, en los últimos 20 años, el 1% más rico se quedó con más del 30% del ingreso, mientras el 10% superior capturó más del 60%. Flores estima también que, en esos mismos años, los que menos ganaron, es decir al 50% de abajo, se apropiaron apenas de entre 6% y 8% del ingreso total.
Una de las estrategias para disminuir la desigualdad económica son las políticas de redistribución que consisten en impuestos a las personas más aventajadas y transferencia de recursos para reducir la inequidad. A pesar de que estas iniciativas se proponen reducir la desigualdad y tienen efectos positivos, no son siempre muy populares ni son apoyadas por la mayoría de la población. Entre las razones para ello se encuentra la justificación de la desigualdad. En concreto, se culpabiliza a las personas pobres de su contexto a la vez que se percibe que las personas más ricas se han esforzado para conseguir su situación privilegiada. Además, algunas personas pueden no ser conscientes de los beneficios de la redistribución o no entender el potencial impacto positivo de algunas políticas públicas. Otra razón para la falta de apoyo a estas políticas es que los individuos generalmente subestiman los niveles reales de desigualdad porque no conocen la acumulación de riqueza de las élites. Por último, también se desconfía de la capacidad de los gobiernos para redistribuir de forma eficaz los recursos materiales que produce una sociedad (Brown-Iannuzi et al., 2015).
En esta columna discutimos los resultados de un estudio que muestra que percibir desigualdad económica en la vida cotidiana a través del contacto con personas de diferentes estratos sociales puede contribuir a cuestionar la percepción de que la inequidad existente es justa.
“Los individuos generalmente subestiman los niveles reales de desigualdad porque no conocen la acumulación de riqueza de las élites”
En concreto, nos propusimos conocer si quienes manifiestan percibir más desigualdad económica en la vida cotidiana apoyan más las políticas de redistribución. Además, exploramos los mecanismos psicosociales que podrían explicar este efecto. Para probar esta hipótesis se analizaron datos de un estudio longitudinal realizado con estudiantes de primer año de cuatro universidades de Santiago (N=1222, Medad=18,8, 66% mujeres). Los y las participantes completaron un cuestionario de forma electrónica cada seis meses en cuatro momentos diferentes (comenzaron en mayo y finalizaron en noviembre de 2018)[1]. Los cuestionarios consistían en diversas preguntas sobre la realidad social chilena. Por ejemplo: “¿Qué tan frecuente ve situaciones de desigualdad económica en su vida cotidiana?”, y qué tanto apoyan afirmaciones como “En Chile, las diferencias de ingresos son demasiado grandes” o “Yo creo que el gobierno debería distribuir la riqueza de forma más equitativa a través de aumentar los impuestos a las personas ricas”.
“Las medidas objetivas de desigualdad económica son importantes para describir estructuralmente los índices de inequidad (…) Sin embargo, pueden ser más lejanas o difíciles de interpretar para las personas”
Los resultados muestran que efectivamente aquellas personas que reportan percibir mayor desigualdad económica en su vida cotidiana, toleran en menor medida la desigualdad y esto, a su vez, hace que apoyen más políticas redistributivas. Además, estos efectos se dan sin importar el sector económico del cual provengan las personas. Los resultados fueron estables y consistentes a lo largo del tiempo, y ponen de manifiesto la importancia de la intolerancia a la desigualdad y de la percepción en la vida cotidiana para aumentar el apoyo a políticas redistributivas.
DISMINUIR LA TOLERANCIA HACIA LA DESIGUALDAD
Las creencias sobre la desigualdad tienden a reforzarse a sí mismas y son difíciles de cambiar. Aun así, tener experiencias personales cercanas que incrementen el conocimiento sobre la desigualdad económica hace que las actitudes hacia la misma cambien a través del tiempo (Kearns et al., 2014). Por lo tanto, en base a esto y a los resultados encontrados en esta investigación, se puede concluir que la experiencia con la desigualdad en el contexto cercano puede afectar las opiniones de las personas. Es decir, el percibir que hay personas cercanas con mucha riqueza y también personas con muy poca, genera un aumento del apoyo a políticas redistributivas a lo largo del tiempo.
“Los resultados muestran que aquellas personas que reportan percibir mayor desigualdad económica en su vida cotidiana, toleran en menor medida la desigualdad”
A pesar de la relevancia social de este hallazgo, los resultados deben tomarse con cautela, ya que el modelo y las variables estudiadas sólo dan cuenta de una pequeña parte de este complejo fenómeno. Existen más factores implicados en el proceso y que no fueron incluidos en esta investigación. Por ejemplo, las creencias ideológicas. Además, una de las principales limitaciones del estudio es que fue realizado con estudiantes universitarios, quienes tienen características específicas como su edad o el contexto cotidiano que experimentan, que no siempre pueden generalizarse al resto de la población. Sin embargo, a pesar de estas limitaciones, es importante resaltar que estos resultados también se han replicado en otros contextos con población general (ver García-Castro et al., 2019).

Estos resultados son útiles para sentar las bases para desarrollar intervenciones y políticas públicas que busquen disminuir la tolerancia a la desigualdad y favorecer las preferencias redistributivas. Por ejemplo, si quisiéramos aumentar el apoyo a subir los impuestos a los sectores más acaudalados de la sociedad o implementar un ingreso básico universal, mostrar o dirigir la atención a la desigualdad económica que las personas experimentan cotidianamente a través de personas cercanas y de los lugares que suelen habitar, parece ser una estrategia más efectiva que hablar de indicadores económicos abstractos como el índice de Gini. Las medidas objetivas de desigualdad económica son importantes para describir estructuralmente los índices de inequidad que padecemos. Sin embargo, pueden ser más lejanas o difíciles de interpretar para las personas, quiénes sí padecen las consecuencias de la inequidad en sus entornos cercanos.
Para construir sociedades más igualitarias y empáticas con la situación social de los individuos, desarrollar intervenciones que promuevan que las personas puedan percibir la desigualdad económica a su alrededor y entre personas conocidas puede ser una manera efectiva de hacer que toleren menos desigualdad y que presenten actitudes más positivas hacia las acciones dirigidas a disminuir la desigualdad económica.
NOTAS Y REFERENCIAS
[1] Luego de contestar el cuestionario, a las personas participantes se les compensó su participación económicamente.
REFERENCIAS
Brown-Iannuzzi, J., Lundberg, K., Kay, A., & Payne, K. (2015). Subjective status shapes political preferences. Psychological Science, 26(1), 15-26. https://doi.org/10.1177/0956797614553947
Cruces, G., Perez-Truglia, R., & Tetaz, M. (2013). Biased perceptions of income distribution and preferences for redistribution: evidence from a survey experiment. Journal of Public Economics, 98, 100-112. https://doi.org/10.1016/j.jpubeco.2012.10.009
García-Castro, J.D., Willis, G.B., & Rodríguez-Bailón, R. (2019). I know people who can and who cannot: A measure of the perception of economic inequality in everyday life. The Social Sciences Journal, 56(4), 599-608. https://doi.org/10.1016/j.soscij.2018.09.008
García-Castro, J.D., García-Sánchez, E., Montoya-Lozano, M., & Rodríguez-Bailón, R. (2021). The perception of economic inequality in everyday life: My friends with the most and least money. Asian Journal of Social Psychology. Advance online publication. https://doi.org/10.1111/ajsp.12476
Kearns, A., Bailey, N., Gannon, M., Livingston., & Leyland, A. (2014). All in it together? Social cohesion in a divided society: attitudes to income inequality and redistribution in a residential context. Journal of Social Policy, 43(3), 453-477. https://doi.org/10.1017/S0047279414000063
Somma, M., Bargsted, M., Disi Pavlic, R., & Medel, R. (2021). No water in the oasis: the Chilean spring of 2019-2020. Social Movement Studies, 20(4), 495-502. https://doi.org/10.1080/14742837.2020.1727737