Ilustración: Leo Camus

Apuntes para entender la “comunicación de riesgo” en la crisis por virus respiratorios pediátricos

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  “Yo desconocía este tipo de virus y que era tan grave”, dijo Yessenia Sánchez, madre de la guagua de 2 meses fallecida en el hospital de Quilpué el 2 de junio. ¿Qué debe hacer el Estado para las personas estén conscientes de los riesgos y para que a través de reacciones oportunas se protejan mejor? Las preguntas remiten a lo que se conoce como “comunicación de riesgo”. Esta columna desmenuza ese concepto y examina las falencias que tuvo el gobierno durante la crisis del virus sincicial, a la luz de la evidencia internacional.


Chile enfrenta una nueva crisis sanitaria, esta vez, a causa de virus respiratorios que afectan a niñas y niños y que ya han cobrado la vida de al menos siete. El manejo de la crisis por parte del ministerio de Salud fue fuertemente criticado al punto que le costó el cargo al exsubsecretario de Redes Asistenciales Fernando Araos. Tal como nos acostumbramos durante la pandemia, uno de los blancos recurrentes de las críticas ha sido la “comunicación de riesgo”. Exautoridades y especialistas en salud pública han coincidido en que hay falencias en ese aspecto y la propia ministra de Salud se comprometió a intensificar los esfuerzos en esa línea.

Pero pese a la convergencia sobre de la centralidad de este aspecto, el concepto de “comunicación de riesgo” sigue presentándose en el debate como una carcasa vacía, sin un claro contenido y con escasas nociones respecto de su alcance y limitaciones. En esta columna propongo una reflexión en torno a la comunicación en el contexto de crisis sanitarias a la luz de la evidencia internacional y local, aplicando algunos conceptos a la situación actual de los virus respiratorios en pacientes pediátricos y ofreciendo respuestas a algunas preguntas que han surgido en el debate público.

En primer lugar y con el fin de establecer terreno común, seguiremos la definición que la Organización Mundial de la Salud entrega de “comunicación de riesgo” como “el intercambio en tiempo real de información, consejos y opiniones entre expertos o funcionarios y las personas que enfrentan un peligro o amenaza para su supervivencia, salud, bienestar económico o social”. De acuerdo con esta aproximación, la comunicación de riesgo tiene como propósito que “las personas en riesgo tomen decisiones informadas para mitigar los efectos de una amenaza (…) y tomen medidas protectoras y preventivas”. 

A partir de la definición podemos señalar que un primer elemento fundamental en la comunicación de riesgo es tener claridad respecto de cuál es el riesgo que se enfrenta. La literatura ha mostrado una asociación entre la percepción de riesgo y la toma de decisiones relativas a minimizarlo. Un estudio reciente en el contexto de la pandemia de COVID-19 muestra que, cuando hay espacio de decisión individual, es decir, no existe un mandato de la autoridad respecto de la adopción de medidas preventivas, la percepción de riesgo es un motivador de la adherencia a recomendaciones sanitarias (Li et al., 2022). Datos locales, también en el marco de la pandemia, dan cuenta de que cuando las personas perciben riesgos, se muestran más interesados en acceder a contenidos informativos acerca de esos riesgos mediante exposición incidental o “escaneo” y mediante búsqueda activa de información (Peña y Lillo & Guzmán, 2022; Peña y Lillo y Mohammadi, in press).

Ahora bien, los mecanismos a través de los cuales se puede aumentar la percepción de riesgo de los individuos son menos claros. En términos muy simples, podemos entender la percepción de riesgo como un producto de dos percepciones: la de gravedad de la amenaza y la de susceptibilidad respecto de la amenaza (Brewer et al., 2007). Con el fin de que se constituya la percepción de riesgo es necesario que las personas vean al problema de salud como un asunto que puede afectar gravemente su bienestar y perciban al mismo tiempo que esa amenaza les puede llegar a ellos.

Comunicación en la crisis de virus respiratorios

¿Es posible asegurar que existe entre la población chilena y, en particular, entre madres, padres y cuidadoras(es) de niños y niñas conciencia respecto de la gravedad que reviste el virus sincicial? Yessenia Sánchez, madre de la guagua de 2 meses fallecida en el hospital de Quilpué el 2 de junio es una ciudadana venezolana que llevaba 3 meses en Chile al momento de que su hija se enfermara. Ella declaró a la prensa que no sabía que el virus sincicial era letal, “yo desconocía este tipo de virus y que era tan grave”, dijo. Si bien no contamos con datos a nivel poblacional que permitan dar cuenta de las percepciones sobre el virus en la población, es posible imaginar que cuando comenzaron a aumentar los casos de virus respiratorios en niños y niñas, la percepción de gravedad y de vulnerabilidad ante la amenaza no eran particularmente altas entre padres, madres y cuidadores, por lo que una comunicación de riesgo efectiva en ese momento habría estado enfocada en dar cuenta del riesgo, especificando quiénes podrían ser los más afectados y entregando recomendaciones respecto de qué hacer para prevenir y cómo reaccionar ante los síntomas.

¿Fue tardía la reacción del MINSAL en lo que respecta a la comunicación de riesgo para enfrentar la crisis por virus respiratorios pediátricos? Si revisamos en canal de YouTube del Ministerio de Salud podemos ver que el primer video con recomendaciones de prevención en el marco de la campaña de invierno fue publicado el 22 de mayo. Por esa misma fecha, el presidente del Colegio Médico del Bío Bío, Germán Acuña, alertaba a través de la prensa por la alta exigencia a la que estaba sometido el sistema de salud debido a la demanda de pacientes pediátricos y llamaba a la autoridad a tomar medidas tales como el adelantamiento de las vacaciones de invierno. Es decir, cuando el MINSAL publicó en su canal oficial el primer video abordando la situación, los casos ya habían aumentado al punto de generar alarma entre los especialistas. Para ser justos, es importante señalar que, en las semanas previas a la publicación del video de la campaña de invierno, el foco de la comunicación del MISAL estaba puesto en la promoción de las vacunas contra el COVID-19 y la influenza.

¿Son adecuados los mensajes difundidos por el MINSAL en el contexto de la crisis sanitaria? Un análisis preliminar de los mensajes publicados en el canal de YouTube del MINSAL permite apreciar que el foco de la campaña ha estado en la entrega de recomendaciones para prevenir los virus, específicamente recomendaciones en torno a la ventilación, higiene y vacunación. Si bien las recomendaciones son parte central de la comunicación de riesgo, lo que está ausente de esos mensajes son elementos que permitan intensificar la percepción de riesgo. Es claro que comunicar riesgo no es sinónimo de asustar, pero resulta relevante explicitar el riesgo que se tiene enfrente y especificar quiénes podrían ser los más afectados. Adicionalmente, vemos que la estrategia de comunicación se basa en mensajes en los que simplemente se enuncian los comportamientos, sin incorporar otros posibles estilos comunicativos como los mensajes de toma de conciencia, los mensajes instructivos o los persuasivos que han sido ampliamente discutidos en la literatura sobre comunicación de la salud (Atkin & Rice, 2013). También llama la atención la insistencia en crear mensajes genéricos con los cuales se busca llegar a audiencias tan diversas como personas mayores de 65 años y madres, padres o cuidadores de menores de 1 año.

Los mensajes de campaña son solo una parte de la comunicación de riesgo de la autoridad con la ciudadanía, pero incluso en intervenciones de la ministra hubo algunas imprecisiones o vacíos de información, por ejemplo, se entregaron recomendaciones específicas para los menores de un año, pero información en torno a la incidencia de los virus respiratorios y los riesgos para niños y niñas mayores de esa edad no se había comunicado con suficiente claridad. Quizás la medida de retomar el uso de mascarillas en establecimientos educacionales a mediados de junio fue la primera señal potente de que la infección también suponía un riesgo para ese segmento.

Los medios y las audiencias

En estos días ha circulado en redes sociales un video de la participación del ex ministro de Salud Osvaldo Artaza en el matinal de Mega en el cual discute con el presentador del programa respecto del rol de los medios de comunicación en el marco de las emergencias sanitarias. Mientras Artaza insisten en que los medios tienen la responsabilidad de entregar información y recomendaciones a la ciudadanía, el conductor le replica que esa es responsabilidad de los especialistas y en particular de la autoridad sanitaria. Entonces, ¿qué papel cabe a los medios de comunicación?

Sin duda en este respecto la muerte de Mia Olivares en el hospital de San Antonio dada a conocer el martes 6 de junio es un punto de inflexión en la crisis. A pesar de que los medios, sobre todo en sus espacios informativos, habían estado siguiendo el aumento de la demanda asistencial, la muerte de Mía generó una explosión de la atención mediática a la crisis sanitaria. Este fenómeno se explica sencillamente recurriendo a la literatura más clásica de los estudios del periodismo en la que se establece que el interés humano es uno de los criterios más importantes para determinar la “noticiabilidad” de un fenómeno (Shoemaker & Reese, 1994). La crisis ahora tenía la cara de una guagua de tres meses.

Siguiendo otra de las teorías clásicas del campo de la comunicación, la del agenda-setting (McCombs & Shaw, 1972), el aumento de cobertura mediática incidió directamente en un mayor interés por parte de las audiencias acerca del problema sanitario. Evidencia de ello es el aumento considerable de las búsquedas en Google por el término “virus sincicial” inmediatamente después de haberse dado a conocer el fallecimiento de Mía.



El que las audiencias busquen información sobre temas de salud es una buena noticia y la autoridad sanitaria debe procurar que en esa búsqueda lo que las personas encuentren sea información precisa y de calidad que contribuya a los objetivos de la comunicación de riesgo, es decir, que tomen decisiones informadas para protegerse de las amenazas. Ahora bien, estudios que llevamos a cabo durante la pandemia mostraron que la búsqueda de información era más frecuente entre las personas con mayor nivel educacional, quienes generalmente optaban por recurrir a canales digitales (Peña y Lillo & Guzmán, 2022). Otras investigaciones que hemos llevado a cabo sobre búsqueda de información de salud han mostrado que, especialmente las personas de mayor edad y menor poder adquisitivo tienen en un lugar preponderante como fuentes de información de salud a los centros de atención primaria (Pena-y-Lillo, 2022), por lo cual resulta fundamental incluir a estos espacios dentro de la estrategia comunicativa.

Otra lección que sacamos de la pandemia es que la televisión ocupa un lugar preponderante como fuente informativa en el contexto de crisis sanitarias (Pena-Y-Lillo & Mohammadi, In press), por lo que resulta imprescindible para la autoridad estar ahí y posicionar mensajes informativos y/o preventivos en ese medio. Las redes sociales han ganado terreno y tienen ventajas destacables como canales de información para campañas de salud pública, por lo pronto, que el costo de transmisión de los mensajes es considerablemente menor que en la televisión (Shi et al., 2018), pero los canales digitales en general dejan fuera a segmentos importantes de la audiencia, ya sea porque no están en esos espacios o porque la abundancia informativa que caracteriza a las redes les impide procesar la información de forma óptima. Finalmente, la pandemia nos enseñó que cuando los mensajes preventivos de las autoridades llegan a las personas, especialmente a aquellos con menor nivel educacional, es posible constatar que dichos mensajes ejercen influencia en las decisiones de salud, lo cual resulta fundamental para superar las crisis (Peña-Y-Lillo & Guzmán, 2022).

En suma, una comunicación de riesgo para enfrentar crisis sanitaria debe diseñarse y planificarse antes de que la crisis arrecie y teniendo en cuenta estrictos criterios técnicos y evidencia científica proveniente del campo de la salud pública, pero también de la comunicación. A diferencia de otras emergencias sanitarias o socioambientales, una crisis como la de los virus respiratorios pediátricos es lo que se ha denominado un “desastre lento”. De hecho, organismos especializados como la Unidad de la Investigación y Epidemiología Clínica de la Universidad Finis Terrae o el propio Instituto de Salud Pública habían anticipado el aumento de la circulación de virus respiratorios pediátricos desde comienzos de año. Teniendo en cuenta estos elementos, se podría haber esperado una mejor preparación para la población y también para los medios de comunicación masivos para enfrentar el momento más crítico. El examen a la comunicación del MINSAL durante la crisis de virus respiratorios pediátricos da cuenta de que hay espacios de mejora tanto en la oportunidad de la comunicación como en el contenido entregado, así como probablemente en la estrategia de diseminación de dicho contenido.

Sin embargo, no hay que confundirse, las falencias en comunicación de riesgo no son atribuibles a las autoridades actuales o pasadas en el MINSAL. Como aprendimos en la pandemia de coronavirus, los problemas con la comunicación de riesgo para enfrentar crisis sanitarias tienen que ver con la ausencia de una mirada técnica y trasversal sobre este tema, con equipos que trasciendan a los liderazgos políticos de turno, que puedan especializarse en un área con alto desarrollo conceptual y empírico y con la posibilidad de acumular lecciones y aprendizajes para abordar las crisis que, de seguro, vendrán en el futuro. 

NOTAS Y REFERENCIAS

Referencias

Atkin, C. K., & Rice, R. E. (2013). Theory and principles of public communication campaigns. In C. K. A. R.E. Rice (Ed.), Public Communication Campaigns (pp. 3 – 19). SAGE Publications Inc.

Brewer, N. T., Chapman, G. B., Gibbons, F. X., Gerrard, M., McCaul, K. D., & Weinstein, N. D. (2007). Meta-analysis of the relationship between risk perception and health behavior: The example of vaccination. Health Psychology, 26, 136-145. https://doi.org/10.1037/0278-6133.26.2.136

Li, Y., Luan, S., Li, Y., Wu, J., Li, W., & Hertwig, R. (2022). Does risk perception motivate preventive behavior during a pandemic? A longitudinal study in the United States and China. American Psychologist, 77, 111-123. https://doi.org/10.1037/amp0000885

McCombs, M. E., & Shaw, D. L. (1972). The agenda-setting function of mass media. Public Opinion Quarterly, 36(2), 176-187. https://doi.org/10.1086/267990

Pena-y-Lillo, M. (2022). A profile of the health information seeker in Chile: Introducing the Chilean health information environments (EIS) survey. World Medical & Health Policy, 14(2), 295-309. https://doi.org/https://doi.org/10.1002/wmh3.486

Pena-Y-Lillo, M., & Mohammadi, L. (In press). Information scanning in the COVID-19 pandemic: A test and expansion of the channel complementarity theory using latent class analysis. Journal of Communication in Healthcare.

Peña-Y-Lillo, M., & Guzmán, P. (2022, 2022/10/15). Can high exposure help to close gaps? The influence of COVID-19 preventive messages on behavioral intentions by educational attainment in Chile. Health Communication, 37(12), 1544-1551. https://doi.org/10.1080/10410236.2022.2091910

Peña y Lillo, M., & Guzmán, P. (2022). Búsqueda, escaneo y evitación de información sobre COVID-19 en Chile. Cuadernos.info, 184-204. http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0719-367X2022000300010&nrm=iso

Shi, J., Poorisat, T., & Salmon, C. T. (2018, 2018/01/02). The use of social networking sites (SNSs) in health communication campaigns: Review and recommendations. Health Communication, 33(1), 49-56. https://doi.org/10.1080/10410236.2016.1242035

Shoemaker, P., & Reese, S. (1994). La mediatización del mensaje: Teorías de las influencias en el contenido de los medios. Diana.

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