La insoportable lucidez del voto inválido y por qué hay que tomarlo en serio

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Se supone que el voto obligatorio es bueno para la democracia: al aumentar masivamente la participación, se consigue una representación más igualitaria, pues no solo votan quienes tienen más educación o poder. Pero lo que está pasando en Chile, Guatemala, y otros países de América Latina es que crecientemente las personas protestan votando nulo o blanco, lo que amenaza la legitimidad de los mandatos electorales, plantea esta columna.


¿Qué sucedería si en una elección una mayoría de los ciudadanos decidiera anular su voto en protesta contra el sistema político establecido? José Saramago, ganador del Premio Nobel de literatura y miembro de larga data del Partido Comunista Portugués, imaginó esta situación en su novela “Ensayo sobre la lucidez”, donde la masividad del voto en blanco llevó al gobierno, asustado y confundido, a recurrir a la violencia y la represión para intentar contener la situación. Incapaz de identificar a los culpables del voto en blanco, el gobierno escapa al exilio, solo para observar que la población continúa funcionando pacíficamente y no se produce anarquía. De esta manera, Saramago enfatizó las tensiones inherentes entre los principios democráticos de participación y representación.

El temor imaginado por Saramago hacia un voto inválido intencional hace eco en las recientes elecciones de consejeros constitucionales de Chile, sobre todo si observamos el apuro con el que diversas voces buscaron restar racionalidad al voto inválido (votos en blanco y nulos) antes y después de la elección[1]. El temor no es infundado, en tanto se llegó a una cifra alarmante de casi 2.7 millones de personas que emitieron votos inválidos (16,98 % nulos y 4,55 % blancos en relación al total de votos). Un hito sin precedentes en la historia electoral chilena; una cifra que equivale al padrón combinado de las regiones del Bío Bío y Valparaíso.

Pero lo cierto es que el voto inválido es un acto complejo que debe tomarse en serio. La evidencia muestra que no se trata solamente de desinterés ciudadano, sino que contiene un voto expresivo, y mal harían los y las políticas en no prestarle atención. Ello, pues su presencia masiva o incremental bien puede socavar la legitimidad de los mandatos electorales, especialmente en las democracias frágiles de América Latina (Cohen 2018; Kouba y Lysek 2016).


“Con la adopción del voto obligatorio crece el voto inválido como forma de protesta”


En esta columna discutiremos sobre estas tensiones analizando el caso chileno reciente en profundidad. Revisaremos en primer lugar literatura sobre el voto inválido, acotando la discusión a dos tesis principales: la desinformación y el voto de protesta. Luego, observaremos qué tesis tiene mayor respaldo en las últimas elecciones para consejeros en Chile, para lo cual utilizamos una metodología longitudinal observando las dinámicas de votación a nivel de local. Nuestra conclusión es que el voto inválido no se explica únicamente por falta de información por parte de electores poco interesados en política, sino también a un voto “protesta”, marcado por una distancia profunda y preocupante con la política. Si antes el abstencionismo electoral reproducía preocupantes patrones de desigualdad socioeconómica, el voto inválido puede ser la nueva forma de desigualdad política en Chile, determinado sin duda por el cambio hacia el voto obligatorio. Cerramos la discusión con una reflexión sobre el significado político de los votos en blanco y nulos en el contexto de la reciente adopción del voto obligatorio.  

DOS EXPLICACIONES PARA EL VOTO INVÁLIDO

Para simplificar la extensa literatura sobre voto inválido, planteamos dos hipótesis principales y hasta cierto punto opuestas: la tesis de la desinformación y la tesis de protesta expresiva.

La tesis de la desinformación señala que son los ciudadanos sin interés en la contienda política los que dejan su voto en blanco o anulan el día de las elecciones. Dado que los votantes más pobres y políticamente descontentos, desconfiados y políticamente no comprometidos son quienes tienden a emitir votos nulos y en blanco en el contexto del voto obligatorio (Singh 2019), sus opiniones y posturas no entran en el proceso político, lo que lleva a problemas de subrepresentación.

Esta tesis encuentra sustento en Chile debido al cambio en el sistema electoral, desde voto voluntario a obligatorio. Así, resulta factible asumir que la masividad del voto inválido haya ocurrido en gran parte por la reciente incorporación de votantes nuevos, sin interés o con poca información. Esto también podría haber llevado a que aumentaran los errores de votación ante la ausencia de conocimiento sobre el procedimiento electoral.


“La sorpresiva aparición masiva de votos inválidos en Chile reabre el debate sobre los méritos del voto obligatorio”


Pero dada la masividad del voto inválido en el proceso reciente esta explicación ciertamente es incompleta. De hecho, la literatura especializada ha encontrado que las variaciones fuertes en el voto nulo en América Latina han respondido principalmente a voto expresivo de protesta, mas no a desinformación (Cohen, 2018). El voto de protesta es actualmente la literatura más prolífica en torno al voto inválido para América Latina.

El voto inválido como forma de protesta puede reflejar una respuesta espontánea en contra del sistema político, o bien, ser la respuesta a campañas específicas que llaman a anular. En primer lugar, cuando las personas perciben que su voto no marcará una diferencia significativa, muchas veces deciden anular intencionalmente como una forma de expresar su descontento con la eficacia interna del proceso electoral. Diversos estudios han encontrado que factores como la calidad democrática, el número efectivo de candidatos o el entorno informativo, resultan determinantes en la decisión de anular dentro de cada país (Kouba & Lysek, 2019). Por ejemplo, en Bolivia se observó un alto porcentaje de votos inválidos en las elecciones para jueces de 2011, alcanzando el 60% (Driscoll & Nelson, 2014). Un caso similar ocurrió en elecciones recientes en Cuba, donde se registró un incremento en los votos nulos en ciertas provincias con menor control político, ya que esta era la única manera de “protestar” contra el gobierno cuando solo hay un candidato disponible (Domínguez et al. 2017). Diversos estudios han revelado que en Chile también se ha observado una politización marcada por el rechazo a la política y al antipartidismo (Medel, 2023), lo cual hace plausible considerar la existencia de este tipo de voto inválido en las elecciones recientes.

Pero también está el voto inválido de protesta como un acto de coordinación política de sectores ideológicos o de clivajes sociales específicos, en el que se promueve el voto nulo como rechazo a la clase política y la oferta electoral. Puede observarse evidencia de coordinación política de múltiples maneras, para lo cual hay que considerar el caso a caso. En México, por ejemplo, para la elección federal de 2009, el voto nulo aumentó a medida que se incrementaba la tasa de educación en las comunidades, lo que se interpretó como resultado de una movilización para anular por parte de los votantes más educados, sofisticados y con mayores recursos económicos (Cisneros Yescas,2013). Otro ejemplo de movilización de sectores específicos ocurrió en la segunda vuelta presidencial de Ecuador en 2021, donde la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) movilizó a sus seguidores para votar nulo debido a que no percibían diferencias significativas entre los dos candidatos, llegando a un histórico 16,33% final (Rodríguez, 2021).


“Detrás del voto nulo pesan menos las causas económicas y en cambio lo que influyen son factores políticos”


Un aspecto fundamental para analizar el voto nulo como una expresión de protesta política coordinada pasa por considerar si existe algún actor político, movimiento social o campaña en redes sociales que promueva esta forma de participación inválida como rechazo a la clase política y las opciones electorales disponibles. Un ejemplo más reciente se encuentra en las elecciones de la primera vuelta presidencial de Guatemala, llevadas a cabo en junio de 2023. En este caso, la campaña para votar nulo promovida por tres candidatos que no pudieron competir llevó a que esta opción recibiera el respaldo de casi un millón de votantes, superando así a todas las demás candidaturas con un porcentaje del 17,4%[2]. En el caso de Chile, hay evidencia para señalar que existió una movilización desde sectores de izquierda para anular el voto, aunque no haya sido una campaña particularmente fuerte.[3]

OBSERVANDO EL VOTO INVÁLIDO A NIVEL DE LOCALES DE VOTACIÓN

Con el fin de explorar cuál de las dos hipótesis puede explicar el voto inválido en la última elección de consejeros en Chile, analizamos datos del SERVEL, agregados a nivel de local de votación, de tres elecciones recientes: la primera vuelta presidencial de 2021, el plebiscito de 2022 (la primera elección con voto obligatorio en 10 años) y las elecciones de consejeros de 2023, lo que nos permitió analizar los datos de manera longitudinal. A nivel comunal, incorporamos el porcentaje de pobreza y la densidad poblacional como posibles variables explicativas (para detalles metodológicos, ver recuadro).

A favor de la hipótesis de desinformación, nuestros resultados muestran que el porcentaje de nulos y blancos de 2023 es más alto en los locales de votación donde la participación fue más baja en 2021, cuando aún regía el voto voluntario [Figura 1]. Esta notable contribución de la participación en 2021 tiene una interpretación directa: los votantes que se abstuvieron en las elecciones voluntarias de 2021, y que se vieron obligados a participar de las elecciones de 2023, mantuvieron su falta de preferencias políticas (o su falta de disposición para revelar sus preferencias) y optaron por emitir un voto nulo o en blanco. Esto respalda el argumento de que los votos nulos y en blanco bajo el sistema de voto obligatorio son, en parte, un equivalente funcional a la abstención bajo el sistema de voto voluntario.


“Se puede concluir de manera preliminar que los votos nulos y en blanco vaciaron un espacio político que castigó principalmente a los partidos de izquierda y centro-izquierda”


Por otro lado, también encontramos respaldo a la hipótesis del voto inválido como forma de protesta, al observar que, a nivel de local de votación, el porcentaje de apruebo en el plebiscito de 2022 tiene una asociación positiva y significativa con el porcentaje de voto inválido 2023 (tanto blanco como, especialmente, nulo) [Figura 1]. No hay argumentos que sustenten que el desinterés o la desinformación fueran más fuertes entre quienes votaron apruebo en comparación con aquellos que votaron rechazo, por lo que podemos tomar esta asociación como una evidencia preliminar de que el voto nulo tuvo un componente expresivo y que provino de sectores con posiciones ideológicas definidas.


Figura 1. Modelos de regresión prediciendo voto blanco, nulo e inválido, Modelos con porcentaje de apruebo en el plebiscito 2022.


En la misma línea, nuestros resultados muestran que la votación de los candidatos en primera vuelta 2021 tiene efectos opuestos en el voto inválido 2023 según orientación política [Figura 2]. En concreto, a nivel de locales de votación, se observa que a mayor porcentaje de votos obtenido por los candidatos de izquierda y centro-izquierda el 2021 mayor es el porcentaje de voto inválido el 2023.  Los coeficientes más significativos fueron Boric y Kast, con efectos opuesto, donde a mayor porcentaje de votos por Boric el 2021 mayor el porcentaje de votos inválidos el 2023, mientras que, a mayor porcentaje de votos para Kast en 2021, menor el porcentaje de votos inválidos el 2023.


Figura 2. Modelos de regresión para candidatos y participación 2021. Nivel: locales de votación.


En términos políticos, se puede concluir de manera preliminar que los votos nulos y en blanco vaciaron un espacio político que castigó principalmente a los partidos de izquierda y centro-izquierda.

Por el contrario, su baja incidencia en los locales con un fuerte respaldo conservador sugiere que los partidos de derecha podrían haber obtenido una ventaja electoral. Esto es consistente con campañas para votar nulo desde la izquierda, lo que habla de un voto de protesta que no es ideológicamente neutro. Esto corresponde a un patrón histórico en América Latina en el cual los llamados a emitir votos inválidos se han relacionado predominantemente con partidos de izquierda, se han arraigado en su repertorio de acción colectiva y han sido respaldados por argumentos normativos provenientes de la izquierda. De hecho, la primera campaña masiva para emitir votos en blanco en América Latina ocurrió con la proscripción de los peronistas en las décadas de 1950 y 1960 en Argentina. Los votos en blanco eran la única expresión electoral posible para los seguidores peronistas y su emisión fue fuertemente promovida por el partido (y por Perón mismo desde su exilio). Fue así como en las elecciones argentinas de 1957, para convencionales constituyentes, los votos inválidos llegaron a la histórica cifra de 24,7% (solo unos pocos puntos porcentuales más de votos inválidos que los emitidos en Chile en 2023).


“El voto inválido no se explica únicamente por falta de información por parte de electores poco interesados en política, sino también a un voto ‘protesta’, marcado por una distancia profunda con la política”


Por último, en términos de la pobreza comunal, los datos muestran que este factor afecta el voto en blanco, pero pierde relevancia en el caso del voto nulo. Esto puede significar que detrás del voto nulo pesan menos las causas económicas y en cambio lo que influyen son factores políticos. Esto también respalda la idea que el voto nulo está más condicionado políticamente que el voto blanco. Estos hallazgos evidencian la complejidad de las dinámicas políticas en relación con el voto nulo y blanco.

MASIVA AFLUENCIA DE VOTOS BLANCOS Y NULOS

La sorpresiva aparición masiva de votos inválidos en Chile reabre el debate sobre los méritos del voto obligatorio. Ambos están estrechamente entrelazados, ya que el voto obligatorio es la determinante más consistente detrás de las altas tasas de votos en blanco y nulos en comparación global (Kouba y Lysek 2019; Martinez i Coma y Werner 2019). Esto es relevante para los debates sobre las consecuencias de la abstención y la participación electoral en los países democráticos. Nuestros resultados si bien siguen siendo preliminares, muestran dos tendencias: primero, que hay un respaldo parcial a la tesis de la desinformación y desinterés, donde los nuevos votantes tienden en mayor medida a invalidar su voto; pero también vimos que el voto inválido no es neutro, y que existe evidencia indirecta de que la izquierda tiende a invalidar más que la derecha, lo que es respaldo parcial para la existencia de una protesta expresiva.

Si consideramos que el nuevo votante (supuestamente desinformado y desinteresado) viene de sectores menos educados y de menores ingresos, el primer hallazgo cuestiona el supuesto bajo el cual la adopción de voto obligatorio, al aumentar masivamente la participación, eliminaría los sesgos de clase y lograría una representación igualitaria. Arend Lijphart, uno de los politólogos más influyentes del siglo XX, identificó la baja participación electoral como una de las principales amenazas para la democracia, y el voto obligatorio como su principal remedio (Lijphart 1997). Según su discurso de 1996 ante la asociación de politólogos estadounidenses, la baja participación distorsiona la representación política porque los ciudadanos más adinerados, educados y políticamente activos tienen muchas más probabilidades de acudir a las urnas.

Sin embargo, lo que Lijphart no consideró fue que la adopción del voto obligatorio no solo maximiza la participación electoral, un patrón que la reintroducción del voto obligatorio en Chile confirma claramente, sino que también provoca una afluencia masiva de votos en blanco y nulos. Este efecto es tan fuerte que a menudo borra completamente, o en gran parte, cualquier efecto beneficioso que el voto obligatorio tenga en la representación política. Los votos en blanco y nulos no tienen consecuencias representativas, por lo que los intereses de estos votantes no son representados. Como consecuencia, tanto las desigualdades de representación, como de las estructuras políticas se quedarán intactas.


“Una cifra equivalente al padrón combinado de las regiones del Bío Bío y Valparaíso votó nulo o blanco en la elección de mayo pasado”


Por su parte, con la adopción de voto obligatorio crece igualmente el voto inválido como forma de protesta. En América Latina, una región con la mayor frecuencia de reglas de voto obligatorio en comparación global, la obligación de votar facilita que los partidos y movimientos identificables puedan pedir la invalidación de voto por sus seguidores. Hemos visto que Chile no ha escapado a esta tendencia. Más aún, estas demandas tradicionalmente han sido planteadas por la izquierda que ha levantado campañas para anular cuando no encuentran atractivas ninguna de las alternativas políticas. Los motivos de este tipo de votantes ciertamente difieren, como vimos en la sección anterior.  Mas la idea de un voto de protesta en contra de los canales formales establecidos de representación y en contra de la ilegitimidad del proceso político podrían acercarse a las opiniones de los chilenos descontentos con el complicado proceso constitucional y político en medio del colapso del sistema de partidos tradicional.

Pero los efectos políticos del voto obligatorio no agotan su explicación en el crecimiento del voto inválido como protesta expresiva o como votante desinformado. Hay un último punto que merece nuestra atención, y es que esta disposición institucional puede favorecer directamente a una tendencia política sobre otra. Históricamente, los partidos de izquierda parecen haberse visto perjudicados electoralmente por la adopción del voto obligatorio, aunque el sesgo ideológico preciso podría depender de un contexto nacional particular. Ninguna regla electoral, y ciertamente no el voto obligatorio, es políticamente neutral. No solo hay grandes segmentos de ciudadanos de tendencia izquierdista subrepresentados como resultado de emitir votos nulos y en blanco, sino que los partidos conservadores se ven fácilmente beneficiados por su presencia al atraer a votantes que de otra manera se abstendrían en el voto voluntario.

Los orígenes de la adopción del voto obligatorio en Europa y América Latina demuestran claramente esta lógica. Históricamente, esta fue una regla electoral promovida con fuerza por intereses conservadores y agrarios, y ferozmente opuesta por los partidos de izquierda (Kouba 2021). Era una forma en la que los conservadores, en un intento de construir sus propias organizaciones políticas viables y tener éxito en las elecciones, buscaban movilizar a los votantes rurales que carecían del hábito de votar, a diferencia de un proletariado industrial altamente disciplinado que votaba por partidos socialistas en áreas urbanas (Kouba 2021). Su insistencia en el voto obligatorio debe ser vista en el contexto de su esfuerzo por obtener una ventaja electoral: fue una táctica grosera pero efectiva para competir exitosamente con los socialdemócratas (Boyer, 1986: 170).

Los partidos socialistas se opusieron a la introducción del voto obligatorio, a menudo sin éxito debido a los intereses conservadores arraigados. Antes de que se adoptara el voto obligatorio en el Imperio Austrohúngaro en 1906, Victor Adler, fundador y presidente de los socialdemócratas austríacos, lo llamó una “tendencia reaccionaria” y una tendencia “a enfatizar el peso de esos estratos de la población que piensan políticamente menos que todos y no tienen voluntad política real”. Los socialdemócratas no se beneficiarían de su introducción porque sus votantes ya habían sido completamente movilizados y votaban en su totalidad por su partido. Pero las masas rurales que estaban controladas y fácilmente manipuladas por los propietarios agrarios y que no se molestaban en votar en el voto voluntario, fueron impulsadas repentinamente a la arena electoral, maximizando desproporcionadamente la representación de los partidos de derecha.

Es relevante considerar esta discusión al analizar el caso chileno ya que, aunque resulte sorprendente que la reintroducción del voto obligatorio haya afectado principalmente a la izquierda (en términos de tendencias de votación y votos inválidos), lo ocurrido en nuestro país no hace más que reflejar una larga tendencia histórica.   Si bien la adopción del voto obligatorio y la explosión de votos en blanco y nulos en las elecciones de 2023 en Chile no son por sí solas suficientes para explicar el resultado electoral, su interacción ayuda a comprender lo que sucedió. Los votos en blanco y nulos deben tomarse como una expresión institucionalizada de la desconexión entre parte de los ciudadanos y el sistema de representación democrática. Deben ser situados en el centro de los debates sobre la representación y la participación. Si bien la naturaleza subversiva de los votos en blanco y nulos podría percibirse como destructiva, como una epidemia de ceguera, su emisión también podría ser vista como un acto supremamente creativo de lucidez que intenta criticar los rasgos problemáticos de la democracia representativa moderna. Nadie describió mejor la inquietante ambivalencia de los votos inválidos que Saramago: “o voto em branco poderia ser apreciado como uma manifestação de lucidez por parte de quem o usou.


RECUADRO METODOLÓGICO

Para comprobar la naturaleza del voto inválido en las recientes elecciones de consejeros constitucionales, implementamos dos procedimientos utilizando los datos del Servicio Electoral (SERVEL). En primer lugar, desagregamos los datos hasta el nivel de los locales de votación, lo que nos proporcionó un total de 1641 locales anidadas en las comunas. En segundo lugar, llevamos a cabo un emparejamiento de los locales de votación en las elecciones de primera vuelta presidencial de 2021, el plebiscito de 2022 (la primera elección con voto obligatorio en 10 años) y las elecciones de consejeros de 2023, lo que nos permitió analizar los datos de manera longitudinal.

Aunque la desagregación a nivel de local y la perspectiva longitudinal permiten mitigar el problema de la falacia ecológica (un problema que surge al intentar predecir comportamientos individuales de los votantes utilizando datos agregados a nivel geográfico) es importante tener en cuenta que persiste el desafío de los datos agregados. Por lo tanto, estos resultados aún deben ser interpretados con cautela y sirven como una invitación a seguir investigando sobre el tema.

Para este ejercicio empírico distinguimos diferentes tipos de voto inválido. La literatura especializada ha observado cierta diferencia en la estructura causal entre los votos nulos y los votos en blanco. Se ha planteado que los votos nulos tienden a ser más políticos, mientras que los votos en blanco se relacionan más con el desinterés (Driscoll & Nelson, 2014). Para evitar agrupar estas dos variables bajo la categoría general de “voto inválido”, construimos modelos de regresión lineal múltiple separados para predecir el voto en blanco, el voto nulo y el voto inválido (que es la suma de los votos en blanco y nulos).   Las especificaciones de nuestros modelos se construyeron utilizando variables a nivel comunal y a nivel de local de votación. A nivel comunal, incorporamos el porcentaje de pobreza y la densidad poblacional como variables explicativas[4]. A nivel de local de votación, incluimos el porcentaje de participación en las elecciones de 2021 (última elección relevante con voto voluntario), el voto por candidato en la primera vuelta presidencial de 2021, y el voto apruebo en el plebiscito de salida del 2022[5].

Los coeficientes correspondientes a los modelos se presentan en las Figuras 1 y 2[6].

Para analizar con mayor detalle el posible efecto del voto de protesta, se incluye el porcentaje de apruebo en el plebiscito de salida 2022 sobre el voto inválido en las elecciones del 2023 [Figura 1], y el efecto del porcentaje de apoyo de los diferentes candidatos en la primera vuelta presidencial de 2021 sobre el voto inválido en las elecciones del 2023 [Figura 2], a nivel de los locales de votación[7].

NOTAS Y REFERENCIAS

[1] Antes de la elección se le desestimó, señalando que el voto nulo nunca ha sido relevante en la historia de Chile.  https://www.subela.cl/news/2023/4/28/irrelevancia-desconfianza-y-cansancio-analistas-explican-el-desinters-ciudadano-del-nuevo-proceso-constitucionalnbsp Luego de la elección, dada su masividad,  se le restó importancia e intencionalidad. Señalando que la gente lo hizo desinterés y desinformación:  https://radio.uchile.cl/2023/05/08/desinformacion-desinteres-y-desconfianza-las-claves-tras-el-mayor-porcentaje-de-votos-nulos-desde-1997/https://litoralpress.cl/sitio/Prensa_Texto?LPKey=ENL3K767VTLHAJI757CFJPZY4INKVAKS6BYVT7NUYYRV3L2BCOHA

[2] https://www.bbc.com/mundo/articles/crg7p6584xyo

[3] En esta noticia se sintetiza parte de la campaña por el voto nulo desde sectores de izquierda: https://www.resumenlatinoamericano.org/2023/05/03/chile-7m-consejo-constituyente-diversos-sectores-llaman-a-votar-nulo-el-proximo-domingo-video/

[4] Para el caso de la pobreza multidimensional a nivel comunal se utilizaron los datos de la CASEN de la siguiente dirección: http://observatorio.ministeriodesarrollosocial.gob.cl/pobreza-comunal-2017 Para el caso de la densidad poblacional comunal se utilizaron los datos del INE de la siguiente dirección: https://www.masvidarural.gob.cl/ruralidad-en-chile/

[5] Optamos por separar el voto por candidato presidencial y el voto apruebo 2022 en modelos distintos debido a problemas de colinealidad entre ellas, ya que se encontró que aquellos que votaron por Boric en 2021 también votaron a favor del apruebo en 2022.

[6] La disponibilidad de las tablas que contienen los modelos y el código específico se encuentra bajo solicitud a Rodrigo Medel (rodrigo.medel@unab.cl).

[7] Para mejorar la presentación visual se excluyó al candidato Eduardo Artés, quien por tener porcentajes de voto muy pequeños a nivel de local de votación generaba intervalos de confianza demasiado extensos y no significativos.

REFERENCIAS

Boyer, J. W. (1986). The end of an old regime: visions of political reform in late imperial Austria. The Journal of Modern History58(1), 159-193.

Cohen, M. J. (2018). Protesting via the null ballot: An assessment of the decision to cast an invalid vote in Latin America. Political Behavior, 40, 395-414.

Cisneros Yescas, G. I. (2013). Movilización, escolaridad y voto nulo: La elección federal de 2009 en México. Política y gobierno20(1), 39-78.

Domínguez, J.I., Galvis, Á.F. and Superti, C. (2017), ‘Authoritarian Regimes and Their Permitted Oppositions: Election Day Outcomes in Cuba’, Latin American Politics and Society, 59(2): 27–52.

Driscoll, A., & Nelson, M. J. (2014). Ignorance or opposition? Blank and spoiled votes in low-information, highly politicized environments. Political Research Quarterly67(3), 547-561.

Kouba, K., & Lysek, J. (2019). What affects invalid voting? A review and meta-analysis. Government and Opposition54(4), 745-775.

Kouba, K. (2021). Where is the class bias attenuation? The consequences of adopting compulsory voting in Austria-Hungary in 1907. European political science review13(2), 151-167.

Lijphart, A. (1997). Unequal participation: Democracy’s unresolved dilemma presidential address, American Political Science Association, 1996. American Political Science Review91(1), 1-14.

Medel, R. M. (2023). Chile, la política y la calle. Nueva Sociedad, (305), 104-115.

Martinez i Coma, F., & Werner, A. (2019). Compulsory voting and ethnic diversity increase invalid voting while corruption does not: an analysis of 417 parliamentary elections in 73 countries. Democratization26(2), 288-308.

Rodríguez, J. (2021). El voto nulo y el triunfo de la derecha en Ecuador. Nueva Sociedad293, 4-13.

Singh, S. P. (2019). Politically unengaged, distrusting, and disaffected individuals drive the link between compulsory voting and invalid balloting. Political Science Research and Methods7(1), 107-123.

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