Si eres gordo o gorda es prácticamente imposible encontrar ropa que te quede bien en Chile. Para los cuerpos grandes, por cuestiones de costo y confección, lo que hay son sábanas, no diseño, documenta esta columna. Esto es resultado de una cadena de producción que usa patrones estándar y adapta modelos Zara para todas las tallas. Una de las autoras de este artículo ha estudiado la gordofobia, el rechazo a los cuerpos grandes, por más de diez años, y aquí aborda una arista nueva: la relación entre gordura y ropa.
La discriminación hacia la gordura[1] ha sido mi línea de investigación desde 2015. En 2022, escribí para Tercera Dosis “El extraño caso de la gordofobia”, donde abordé la relevancia de estudiar el rechazo hacia los cuerpos más grandes. La literatura internacional sobre esta denominada fobia llega a ser abrumadora tanto por su volumen como por su diversidad (Energici & Acosta, 2020; Fikkan & Rothblum, 2012; Sobal, 2011). Se trata de una condición extremadamente discriminada y estigmatizada. Por desgracia, el estudio que hicimos en Chile mostró que no somos la excepción: los gordos son profundamente menospreciados. En la misma investigación apreciamos que, como cualquier forma de violencia social, su distribución no es uniforme. En nuestra sociedad, al igual que en otros países, la gordura es una cualidad condenada de manera más severa en mujeres (Energici et al., 2016; Fikkan & Rothblum, 2012) y personas de menores ingresos (Energici et al., 2017; Spahlholz et al., 2016).
Tanto en mi investigación como en otras, se aprecia una norma paradójica para los cuerpos gordos: hacerse invisibles. La exigencia es surrealista ¿cómo pueden pasar desapercibidas corporalidades que son problemáticas justamente por su magnitud desmesurada? En una segunda columna, “Una mujer mira a una mujer gorda”, analicé las posturas en las playas: las llamadas mujeres abundantes esconden sus cuerpos en ropas holgadas y se sientan en la arena enrolladas, son cuerpos enroscados. Entendiendo que tradicionalmente lo femenino ha habitado el lugar de lo frágil y pequeño, concluí que “para la guatona existe una doble exigencia; debe empequeñecerse como mujer y como gorda”.
Si bien no es explícito en qué se ancla esta exigencia, su naturaleza es estética. El problema de la gordura es que es fea, asquerosa. Hasta hoy no he logrado comprender esta repulsión que produce el cuerpo gordo. Está exhaustivamente documentada la discriminación, no obstante, la teorización de por qué el cuerpo gordo es digno de tanto repudio es escasa e insuficiente[2].
“Vestir corporalidades grandes se vuelve una práctica compleja donde hay que lidiar con prendas inadecuadas. Es habitar un mundo creado para otros tamaños y que admira otras formas”
Con la pregunta en mente de “por qué la gordura es fea”, la continuación de la línea de investigación fueron los ideales de belleza y cómo se consideran en la vida diaria de mujeres chilenas (ver recuadro metodológico para más detalles). Las normas estéticas las estudiamos a través de imágenes publicitarias mostrando que no es fácil definir qué es ser linda (Energici, 2021). La segunda parte del proyecto fue un rotundo fracaso respecto de nuestras hipótesis. Cuando fuimos a preguntarles a mujeres (sin importar su peso) qué era lo relevante al momento de cuidar su cuerpo en el día a día, las normas estéticas fueron las grandes ausentes. Qué ponerse o cuánto arreglarse apareció como una decisión pragmática frente a lo que les depara la jornada. Por ejemplo, una mujer nos mencionó que la importancia de acicalarse es parte de las exigencias de su negocio (una tienda de ropa usada). Cuando le preguntamos por la preocupación por su apariencia, nos contó: “hubo un tiempo en que no lo hacía, como dos veces me pasó, que me levanté con el moño, con el pijama, y llegaba la gente y se supone que si tienes la tiendita hay que atenderlos bien”.
El aspecto físico es relevante como un requisito de adecuación social/laboral y funcionalidad; nada se menciona respecto de verse bien. En vez del precepto de ser linda, las mujeres hablaron de su falta de tiempo y de su rol de cuidadora de hijos. Ahora, las mujeres entrevistadas, si bien no ponían su belleza en el centro, no se desvinculaban de este asunto. Su apariencia estaba entramada con un reloj donde las horas no alcanzan y con niños, adultos mayores y hombres exigiendo atención y cuidado. En este sentido, optamos por estudiar lo estético y lo material como cuestiones enmarañadas, donde una no se puede distinguir de la otra.
“No se diseñan colecciones que se prueban en maniquíes y seres humanos. Es paradójico: se hace ropa sin cuerpos”
Con esto en mente, volvimos a la interrogante que dejó abierta el estudio sobre gordura: ¿qué es esta cuestión fea? Pero no hicimos la pregunta desde los preceptos sociales, sino desde la materialidad. Así, comenzamos una nueva investigación para responder ¿cómo es vestir un cuerpo gordo en Chile? En la acción de ponernos ropa se juega de manera evidente lo material y lo estético.
El tema del vestir suele ser considerado irrelevante y es frecuentemente percibido como frívolo y superficial (Bari, 2019). Esto le ha valido una limitada y escasa atención académica. En particular, para las personas con cuerpos más grandes, los estudios a menudo se han centrado únicamente en la falta de opciones de vestimenta disponibles (Peters, 2014). Las pocas investigaciones que abordan la arista estética de la gordura muestran resultados preocupantes. Por ejemplo un grupo de investigadores publicó en The Economist[3] un estudio que estimó que las mujeres que reducen su peso experimentan, en promedio, un aumento salarial del 5%. Este incremento es similar al que reciben por obtener un título de posgrado. La ropa involucra estética y materialidad, donde se reproducen y producen violencias que no hemos podido capturar hasta el momento. En esta columna presentamos los resultados preliminares de esta tercera línea de investigación, con un foco específico: la producción de ropa para personas gordas en Chile.
EL RINCÓN DE LAS GORDAS
Lo primero que apreciamos es que en Chile casi no se diseña ropa. En el retail, donde la mayoría adquirimos nuestras prendas, importan moldes desde Europa; específicamente, diseñadoras y brand managers viajan a España y traen vestidos, poleras, faldas y pantalones para replicar. Interesantemente, uno de los lugares donde más se adquieren modelos es en Zara. Así, usted se vista en Corona, Falabella, Paris, Ripley, Tricot o Fashion Park, tiene altas probabilidades de estar usando un modelo de la marca española. Es decir, “todo Chile se viste en Zara”, aun cuando usted o nosotras nunca hayamos pisado una de sus tiendas.
“Para los negocios pequeños tampoco es sencillo hacer ropa grande. Tropiezan en los costos de los materiales o de la confección”
La ropa se trae, se replican los modelos con pequeñas variaciones, se escogen telas y se mandan a confeccionar prototipos y muestras a China. En este punto entran en juego cuestiones económicas y políticas. Chile no tiene políticas de protección a ninguna industria. Si bien fue un país de costureras (Dussaillant, 2011), en la actualidad es imposible competir con los bajos costos de traer la ropa desde el país asiático. Los prototipos, esto es, la primera muestra de una prenda, se elaboran en talla 34 o 36, o el equivalente a una talla S. Se hace una prueba que consiste en revisar la prenda; si hay recursos se hace con una modelo de prueba y, si no, como en la mayoría de los casos, se ajusta en el cuerpo de una de las diseñadoras de la marca. Se anotan correcciones y se envía la ficha técnica de vuelta a China. Dependiendo del presupuesto, se realizarán más o menos muestras o prototipos antes de que viaje un container desde China que demora dos meses en llegar. La producción es tan compleja y lenta, que las grandes tiendas tienen al menos cuatro colecciones en paralelo en distintos niveles de desarrollo.
La confección a escala tiene implicancias significativas para nuestro problema de la ropa gorda: la producción masiva obliga a enfatizar la estandarización y, como efecto, las prendas más grandes tienden a perder forma y calce en este proceso. Los cuerpos delgados se parecen más entre sí; ancho de las caderas, cintura y busto son relativamente similares. Las corporalidades más grandes presentan mayores variaciones. Cuando engordamos a unas nos crecen las caderas y las piernas, mientras que a otras se les hincha el abdomen o la cara y así suma y sigue. De esta manera, tiene más sentido escalar desde la talla más pequeña hacia arriba; el diseño de la prenda se ajusta con mayor facilidad a los cuerpos de ese porte y de ahí se amplía. Hacer ropa de talla grande es difícil porque son cuerpos con formas más particulares y específicas, por tanto, complican la estandarización. Como nos dice una encargada de marketing: “mientras más grande la cadena de suministros, más estandarizado está”.
“Las prendas se agrandan únicamente aumentando centímetros; no se complejiza el patrón para que el diseño tenga una estructura más definida”
Este criterio, si bien pragmático, tiene consecuencias discriminadoras. Las prendas se agrandan únicamente aumentando centímetros; no se complejiza el patrón para que el diseño tenga una estructura más definida. Así, las prendas tienden a ser cada vez más amorfas dificultando el calce.
Esto no es solo un problema de escala. Para los negocios pequeños tampoco es sencillo hacer ropa grande. Tropiezan en los costos de los materiales o de la confección. Para quien trabaja con pocas prendas y tiene un gasto bajo en materia prima (como telas o botones), es muy costoso aumentar las tallas. Si el tamaño supera el ancho de la tela (generalmente 1,40 cm) están obligados a trabajar con el doble de material. Si se agregan botones y otros accesorios, el costo sube aún más. Así, pasado cierto porte, los productos pueden llegar a valer el doble haciéndose inalcanzables para el público objetivo de la marca. Otra alternativa es trabajar con patrones más complejos. De esta forma se pueden hacer cortes más pequeños en diseños que requieren de mayor dominio de la costura. En este caso, si bien se abaratan los costos de los materiales, se aumentan los de confección. En definitiva, hacer prendas gordas es mucho más caro porque interfieren en el proceso de estandarización, aumentan los costos de los materiales y/o de la producción.
Es probablemente por este motivo que es casi imposible dar con diseñadores que se especialicen en este tipo de ropa. Si bien encontramos algunas microempresas que promueven sus productos por Instagram, están lejos de ser negocios estables y sostenibles económicamente. Por otro lado, la “ropa para gordos”, como la emblemática colección de ropa Extra Lindas de La Polar, es un animal en extinción. Como nos dijo una encargada de marketing, estas series quedan en las esquinas de las tiendas, siendo rápidamente apodadas como el rincón de las gordas. Para evitar esta zona de la vergüenza, en vez de diseñar o crear ropa para cuerpos grandes, se ha optado por escalar las tallas tradicionales a tamaños XXXL.
“Los cuerpos delgados se parecen más entre sí: ancho de las caderas, cintura y busto son relativamente similares. Las corporalidades más grandes presentan mayores variaciones”
Tiendas de ropa usada, galpones o ferias también fueron mencionadas como una fuente importante de vestuario por las personas gordas. Este resultado emergente nos llevó a ampliar las entrevistas a dueñas de este tipo de negocio. Pese a la demanda del público gordo, la selección de ropa de segunda mano no tiene a la vista las tallas. Nos decía la dueña de varias tiendas: “La marca es lo que la lleva”. El atractivo de este comercio es que ofrece prendas únicas en un rubro que produce colecciones homogéneas y genéricas. Para los gordos esto es más interesante aún; la singularidad de una prenda puede ser justamente la forma, diseño o estampado en talla XXL.
SÁBANAS SIN DISEÑO
Estas indagaciones nos permiten responder parcialmente nuestra pregunta sobre cómo es vestir un cuerpo gordo. Hemos encontrado que la producción masiva requiere de estandarización y tiene como efecto la homogenización de prendas de vestir. Aprendimos que la ropa se produce con relación a otras prendas (aquellas que se copian de Europa). No se diseñan colecciones que se prueban en maniquíes y seres humanos, sino que las prendas importadas se traducen en fichas técnicas que son como un manual de instrucciones para que fábricas asiáticas las confeccionen. Es paradójico: se hace ropa sin cuerpos.
“El problema de la gordura es que es fea, asquerosa (…) Está exhaustivamente documentada la discriminación, no obstante, la teorización de por qué el cuerpo gordo es digno de tanto repudio es escasa e insuficiente”
Suena casi obvio concluir que la homogenización considera escasamente la diversidad corporal. En el vestir gordo se magnifican las dificultades que la mayoría enfrenta al momento de arroparse; es costoso, difícil, por no decir imposible, cumplir con la regla del camuflaje y un buen calce es casi utópico. Como describió de manera cruda una de las diseñadoras que entrevistamos: “finalmente son sábanas, no hay diseño. Es como para que la persona se pueda vestir con algo”. Así, vestir corporalidades grandes se vuelve una práctica compleja donde hay que lidiar con prendas inadecuadas. Es habitar un mundo creado para otros tamaños y que admira otras formas. La ropa se suma a otra de las discriminaciones que sufren las mujeres gordas. Llevado al extremo recuerda el Catálogo de objetos imposibles de Jacques Carelman donde hay que sentarse en una silla de tres patas o caminar con tacos de resortes.
“En la acción de ponernos ropa se juega de manera evidente lo material y lo estético”
El problema va más allá de la incomodidad (que por cierto es desagradable); es la imposibilidad de ser en un mundo estético/material. Si somos vestidos, el devenir de la ropa es nuestro devenir. Como hemos afirmado, arroparse es una acción difícil y a su vez ineludible. Vivir en un mundo diseñado para otros tamaños (Owen, 2012), no es únicamente una experiencia de discriminación, sino de habitar un no-lugar. Es, como diría Judith Butler (2002), el lugar de lo abyecto donde la existencia puede llegar a hacerse imposible.
RECUADRO METODOLÓGICO
Este ensayo se basa en dos estudios concluidos y uno en curso. La primera investigación “La construcción social de la gordura y los desafíos de su abordaje teórico y empírico. Estudio exploratorio en personas jóvenes y adultas de Santiago” (2015-2016) fue financiada con un fondo de Fomento a la Investigación para Académicos de la Universidad Alberto Hurtado. Realizamos 6 grupos de discusión de jóvenes y adultos de nivel socioeconómico alto, medio y bajo. En total participaron 49 personas.
Esto dio continuación al FONDECYT de Inicio #11170317 “El cuerpo en lo social”. Este estudio lo realizamos en dos etapas. En la primera fase investigamos los ideales de belleza en medios de comunicación; para esto analizamos 453 piezas, de las cuales seleccionamos 13 para una indagación en mayor profundidad. En el segundo bloque le pedimos a adultos de nivel socioeconómico alto y bajo que nos relataran un día de su vida. Nuestro objetivo era conocer qué elementos de la cotidianeidad tensionan el cuidado del peso corporal. Participaron de una entrevista reflexiva 9 hombres y 13 mujeres entre 30 y 45 años (22 individuos en total).
En este momento se encuentra en curso el FONDECYT Regular #1221643 “Discriminación discursiva-material de la gordura en Chile”. En la primera parte del proyecto buscamos dar cuenta del diseño, venta, compra y uso del vestuario plus-size. Para esto hemos realizado 10 entrevistas a diseñadoras, Brand Manager, gerentes comerciales, encargadas de marketing, dueñas de tiendas (de ropa nueva y usada), experto en patronaje y consumidores y consumidoras gordas (algunas conversaciones fueron con varios informantes al mismo tiempo). Actualmente nos encontramos en la fase de análisis. Próximamente (Etapa 2) realizaremos grupos de discusión con jóvenes hombres y mujeres gordos de tres zonas de Chile. Concluiremos la investigación (Etapa 3) confeccionando una cápsula de ropa con gordos y gordas desde una metodología participativa.
NOTAS Y REFERENCIAS
[1] Muchas veces los textos requieren de ciertas advertencias. Esta columna demanda al menos dos explicaciones; en primer lugar, el uso de las palabras “gordos”, “gordas” y “gordura” en un texto que busca denunciar la discriminación. El término corresponde a una traducción del concepto Fat (gordura en inglés), específicamente de los Fat Studies. Estos y estas autores y activistas buscan reivindicar el cuerpo grande como una forma de diversidad social. Rechazan la noción de obesidad en tanto que siempre refiere a una enfermedad o problemas de salud. Por otra parte, este ensayo se desvía hacia LAS gordas (como si los gordos no existiesen). No es una negligencia de este artículo, sino un encauce que va tomando la línea de investigación cuando se estudia la gordura. Para bien o para mal, tanto participantes, académicos e investigadores, yo incluida, al hablar de las problemáticas de tener una corporalidad excesiva comenzamos a explayarnos sobre los cuerpos de las mujeres. Es difícil explicar esta derivación; no obstante, probablemente se debe en parte a las divisiones tradicionales clásicas hombre/mujer y mente/cuerpo, donde nosotras nos constituimos como sujetos contingentes y corporales y ellos como universales y mentales. En cualquier caso, por tratarse de un tema emergente, hemos privilegiado los datos y la literatura en su tendencia tradicional, pero ello no implica que no exista la gordura masculina. Esta tiene, sin duda, sus propias características.
[2] Mi hipótesis sostiene que, en general, para la mayoría de los fenómenos relacionados con la violencia, la tendencia predominante es estudiar los efectos de esta violencia en las víctimas, más que en aquellos que la ejercen. Tomando como ejemplo la violencia de género, existe una vasta literatura centrada en los abusos y las consecuencias que estos tienen en mujeres y otros grupos afectados, mientras que se presta menos atención a los factores que llevan a los hombres a ejercer tal violencia. La discriminación hacia las personas gordas no es una excepción a esta tendencia; la mayoría de las investigaciones se han centrado en entender los efectos de esta discriminación, relegando a un segundo plano los factores que la originan.
[3] The economics of Thinness. Disponible en https://www.economist.com/christmas-specials/2022/12/20/the-economics-of-thinness
REFERENCIAS
Bari, S. (2019). Dressed: The Secret Life of Clothes. Jonathan Cape.
Butler, J. (2002). Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del sexo. Paidos. https://doi.org/10.4067/S0718-71812012000200027
Dussaillant, J. (2011). Las reinas de Estado. Consumo, Grandes Tiendas y Mujeres en la modernización del comercio de Santiago (1880-1930). Ediciones UC.
Energici, M. A. (2021). Siluetas femeninas en medios de comunicación: estéticas para la subjetivación. Dados, 64(4). https://doi.org/10.1590/dados.2021.64.4.249
Energici, M. A., & Acosta, E. (2020). El estudio de la obesidad y la gordura desde la sociologúa y la psicología social. Athenea Digital, 20(2), 1–19.
Energici, M. A., Acosta, E., Bórquez, F., & Huaiquimilla, M. (2017). Gordura, Discriminación y Clasismo: un Estudio en Jóvenes de Santiago de Chile. Psicologia & Sociedade, 29, 1–10.
Energici, M. A., Acosta, E., Huaiquimilla, M., & Borquez, F. (2016). Feminización de la gordura: estudio cualitativo en Santiago de Chile. Revista de Psicología, 25(2), 1–17. https://doi.org/http://dx.doi.org/10.5354/0719-0581.2016.44771
Fikkan, J. L., & Rothblum, E. D. (2012). Is Fat a Feminist Issue? Exploring the Gendered Nature of Weight Bias. Sex Roles, 66, 575–592. https://doi.org/10.1007/s11199-011-0022-5
Owen, L. (2012). Living fat in a thin-centric world: Effects of spatial discrimination on fat bodies and selves. Feminism & Psychology, 22(3), 290–306. https://doi.org/10.1177/0959353512445360
Peters, L. D. (2014). You are what you wear: How plus-size fashion figures in fat identity formation. Fashion Theory – Journal of Dress Body and Culture, 18(1), 45–71. https://doi.org/10.2752/175174114X13788163471668
Sobal, J. (2011). The sociology of obesity. In J. Crawley (Ed.), The Oxford Handbook of Social Science of Obesity (pp. 105–119). Oxford Univesity Press.
Spahlholz, J., Baer, N., König, H. H., Riedel-Heller, S. G., & Luck-Sikorski, C. (2016). Obesity and discrimination – a systematic review and meta-analysis of observational studies. In Obesity Reviews (Vol. 17, Issue 1, pp. 43–55). Blackwell Publishing Ltd. https://doi.org/10.1111/obr.12343
Woodward, S. (2007). Why Women Wear What They Wear. Berg.